Capítulo 1
Orígenes de la Ley Dominical Nacional
Para
entender el origen de la Ley Dominical Nacional, debemos retroceder hasta
principios de la década de 1840. Fue durante este tiempo que se produjo un
cisma entre dos grupos de cristianos en los Estados Unidos. Un grupo, el más
pequeño de los dos, era conocido como "Adventista del Séptimo Día".
Seguían a William Miller y más tarde a Joseph Bates y James y Ellen White. El
otro grupo representaba el cristianismo principal de ese tiempo. El grupo
adventista acusaba al cristianismo principal de ser Babilonia, y el grupo
principal acusaba al primer grupo de ser fanáticos engañados. Este cisma
comenzó a principios de la década de 1840, y a su tiempo se convirtió en un
abismo, cada lado oponiéndose al otro encarnizadamente. Fue esta división lo
que condujo a la formación de la ley Dominical Nacional.
La
saga comenzó a principios de la década de 1840 en los estados del nordeste de
los Estados Unidos, donde un granjero convertido en predicador, William Miller,
comenzó a hacer sonar la alarma en las comunidades locales de que, según sus
cálculos bíblicos, el regreso de Cristo era inminente. Al aumentar la
popularidad de Miller, otros predicadores de reavivamiento en los últimos días
comenzaron a aparecer y a unirse al movimiento Miller y sus asociados sufrieron
un serio revés cuando Cristo no regresó en 1843, pero rápidamente se descubrió
que se había cometido un error en los cálculos de Miller. Él y sus seguidores
acordaron una nueva fecha, octubre 22 de 1844, y los dirigentes del movimiento
visitaron las iglesias y comunidades locales, tratando una vez más de despertar
al pueblo con la amonestación del inminente regreso de Cristo.
Mientras
la mayoría de los cristianos y estudiantes serios de la Biblia descontaban a
Miller como un fanático despistado, algunos quedaron impresionados por sus así
llamadas "pruebas" bíblicas y quisieron saber si era verdad que la
Biblia había fijado una fecha para el regreso de Jesús. Los cristianos
comenzaron a pedirles a los eruditos bíblicos que examinaran las
"pruebas" de Miller para establecer si éstas eran realmente exactas.
Los eruditos familiarizados con las profecías bíblicas y los idiomas originales
de la Biblia examinaron las 15 "pruebas" de Miller y descubrieron que
eran gravemente defectuosas. Los eruditos apuntaron a numerosas profecías
bíblicas no cumplidas como prueba de que el regreso de Cristo todavía no era
inminente. Explicaron cómo Miller caminaba sobre terreno peligroso al ignorar
las explícitas instrucciones de Jesús de que nadie sabe el día de su venida
(Mateo 25:13).
Preocupados
pastores comenzaron a advertir a su grey acerca de los engaños y las falsedades
de las enseñanzas de Miller. Al enterarse los cristianos de las fallas en las
enseñanzas de Miller, las iglesias comenzaron a cerrarle sus puertas.
Comenzaron a volar acusaciones entre los dos grupos, y el antagonismo comenzó a
desarrollarse. Algunos milleristas fanáticos que eran miembros de las principales
iglesias se volvieron tan pesados que sus iglesias se vieron obligadas a
expulsarles de sus congregaciones, creando animosidad en ambos bandos.
Al
exponer los eruditos bíblicos los errores de las pruebas de Miller, la marea
comenzó a volverse contra él y sus fanáticas enseñanzas. Los pastores tuvieron
tanto éxito al revelar las fallas de las enseñanzas de Miller que el movimiento
comenzó a perder ímpetu. Los esfuerzos de Miller por conseguir nuevos
adherentes para su doctrina fueron obstaculizados, y él y sus asociados
reaccionaron airadamente. Denunciaron a las iglesias cristianas de ser la caída
Babilonia, las acusaron falsamente de no desear que Cristo regresara, se
retiraron de las iglesias cristianas, y comenzaron a reunirse en hogares y
salones alquilados. Una animosidad encarnizada surgió entre los dos grupos,
mereciendo cada bando parte de la culpa por la hostilidad resultante.
Al
aproximarse la fecha del regreso de Cristo, muchos milleristas vendieron sus
granjas y negocios e invirtieron los ahorros de toda su vida en Miller y sus
asociados para difundir el mensaje del pronto regreso de Cristo. Para octubre
22 de 1844, el movimiento había logrado reunir cerca de 50.000 seguidores, casi
todos en los estados del nordeste de los Estados Unidos. Como sucede con todos
los movimientos fanáticos, éste parece haber atraído principalmente a los sin
educación, los jóvenes, y los que tendían a seguir la excitación religiosa más
reciente.
Cuando
el 22 de octubre de 1844 pasó sin novedad, los seguidores de Miller quedaron
severamente decepcionados. Muchos habían experimentado pérdidas financieras y
quedado en la ruina. Muchos habían vendido sus medios de subsistencia. Ahora
estaban pobres, abandonados, y miserables. Hubo algunos que quedaron tan
devastados que se suicidaron. El movimiento se desintegró, y Miller finalmente
reconoció que se había equivocado. Gradualmente, sus seguidores regresaron a
sus antiguas iglesias. Sin embargo, hubo un pequeño grupo que rehusó regresar a
sus antiguas iglesias por varias razones. Algunos no estaban listos para
tragarse su orgullo y regresar a las iglesias que tan recientemente habían
condenado como sinagogas de Satanás. Algunos no deseaban enfrentarse a la
censura y las reprimendas de sus antiguos hermanos. Estas personas comenzaron a
formar sus propias iglesias, que a su tiempo vinieron a conocerse como las
iglesias adventistas.
Joseph Bates, En contra de la Ley Dominical
Parte de lo que paso en el (Año 1888)
[Hrno Jones]
Un pequeño grupo de
adventistas estaba dirigido por un capitán de mar, Joseph Bates. Bates se
sentía responsable de entender la razón del gran chasco de 1844. Comenzó a
estudiar las profecías bíblicas con una mujer Bautista del Séptimo Día. Bates
era consciente de que el verdadero día de adoración era el sábado, no el
domingo. Bates razonaba que los adventistas estaban separados de las otras
iglesias cristianas por una razón especial. Por esta época, Bates creía que la
puerta de la salvación se había cerrado para todos los que habían rechazado las
enseñanzas de Miller en cuanto a 1844. En 1847, Bates publicó un libro en el
cual citaba a Miller:
"Hemos
hecho nuestra obra al amonestar a los pecadores y tratar de despertar a una
iglesia formal. En su providencia, Dios ha cerrado la puerta. Nosotros sólo
podemos animarnos el uno al otro a ser pacientes. Desde los días de los
apóstoles, nunca se había trazado una línea divisoria como la que se trazó
acerca del día décimo, o el vigésimotercer día del séptimo mes judío. Desde ese
momento dicen que 'no tienen confianza en nosotros'. Ahora debemos tener
paciencia después de haber hecho la voluntad de Dios, para que podamos recibir
la promesa; porque él dice; 'He aquí yo vengo presto, y mi galardón conmigo,
para dar a cada uno según fuere su obra'. William Miller - Voice of Truth, Dic. 11, 1844,
citado en Second Advent
Waymarks and High Heaps, p. 86.
Aunque Miller repudió esta creencia más tarde, Bates continuó
sosteniendo que había una línea divisoria trazada entre los adventistas y
los no adventistas. Creía que los adventistas eran los únicos que podían
salvarse y que la puerta de la salvación se había cerrado para las iglesias
cristianas que habían rechazado a Miller. Bates consideraba a las
"iglesias nominales" como parte de Babilonia:
Y finalmente
se ha clamado en las iglesias
protestantes: "Salid de en medio de ella, pueblo mío". ¿Cuál es
la respuesta ahora? Miles y miles disuelven su relación y salen, plenamente
convencidos de que este fuerte pregón es para ellos, y de que las iglesias que
están abandonando son la caída
Babilonia, que han rechazado el mensaje que precedió a esto. "La hora
de su juicio es venida". Sus casas, que ellos han cerrado a este segundo
mensaje del advenimiento, han quedado desoladas. Dios les ha abandonado a su
propia confusión.... La doctrina adventista era la última prueba que Dios jamás
diera a su pueblo para que saliera y se separara de todos los incrédulos
impíos. Ibid., p. 69, 70.
La encarnizada animosidad de Bates contra las principales iglesias
protestantes es evidente, pues usaba términos tan burlones como
"desoladas", "confusión", e "impíos" para
describirlas. Asombrosamente, Bates decretó que las iglesias protestantes eran
Babilonia, ¡simplemente porque rechazaron un mensaje que hasta su mismo
originador reconocía que era una falsedad! ¡En esencia, Bates estaba afirmando
que las iglesias protestantes estaban perdidas porque habían rechazado una falsa
enseñanza! ¡Con una lógica como ésta, no es de maravillarse que Bates tuviera
dificultades para atraer seguidores!
Bates se aferraba a la
creencia de que la obra de los cristianos a favor de las almas perdidas había
terminado en 1844, y no hizo ningún esfuerzo personal para salvarlas:
Por supuesto,
aquí terminaron los 2300 días de la visión, porque debía haber una tardanza más
tarde. No olviden esto tampoco. "Porque el fin ocurrirá en el tiempo
señalado". Aquí también terminó nuestra última obra de amonestación al
mundo; y nuestra obra cesó. ¿Por qué? Porque los mensajes cesaron, y nos
dejaron enteramente libres de trabajo. Y hubo silencio en el cielo por espacio
de media hora, una semana entera o siete días y medio. Decimos que aquí nuestro
glorioso Sumo Sacerdote inició la purificación del santuario, y "recibió
el reino, y el dominio, y la gloria", "la Nueva Jerusalén". Ibid., p. 84.
En 1847, cuando Bates escribió este libro, creía que el pueblo
adventista estaba en la mitad del período de "siete días", que él
creía era un período de siete años durante el cual Dios "probaría" al
pueblo adventista, el que había sido parte del movimiento de 1844. Durante esos
siete años, desde 1844 hasta 1851, Dios se proponía "probar" a los
adventistas para establecer cuáles de ellos aceptarían la enseñanza sobre el
sábado de los Bautistas del Séptimo Día.
... al pueblo
de Dios se le presentó este mensaje con insistencia, para probar su sinceridad
y honestidad en la entera palabra de Dios... Ibid.,
p. 114.
A la culminación de este período de siete días, en 1851, Cristo
regresaría a la tierra. Los que aceptaran el sábado recibirían el "Sello
de Dios" y serían salvos. Los adventistas que rechazaran el sábado reingresarían
a las iglesias observadoras del domingo, y recibirían la "Marca de la
Bestia". Las enseñanzas de Bates sobre el Sello de Dios y la Marca de la
Bestia se convertirían más tade en el fundamento de la doctrina Adventista del
Séptimo Día acerca de los sucesos de los últimos días.
Bates y el Fin del Mundo
Mientras que para la mayoría de los observadores
candorosos no había evidencia del fin del mundo, Bates encontraba evidencias
por todas partes. En cada incendio, en cada tormenta, veía una señal del fin:
Tengo delante de mí un folleto de 83
páginas titulado "La voz
de Dios, o un relato de los incendios, huracanes, e inundaciones sin paralelo,
comenzando en 1845; también pestilencias, hambrunas, y crímenes" - compilado por Thomas M. Preble.
Puesto que esta obra fue publicada a principios de este año, los periódicos de
países extranjeros y los de nuestra propia y feliz república muestran que estas
calamidades entre los hombres están aumentando todavía a un grado tremendo. Los
habitantes de muchos países no saben qué pensar. Ibid., p. 89.
Bates advertía que el
tercer ay de Apocalipsis estaba cayendo sobre el mundo:
"... y díganme, si pueden, qué
significan todas estas calamidades, si no es el tercer ay lo que retumba a
través de las naciones de la tierra, y que se apresura grandemente a formar su
centro focal para "una tribulación cual nunca fue desde que existió nación
alguna". Ibid., p.
91.
Bates advierte de
incendios...
Las pérdidas totales causadas por
incendios en los últimos dos años suman aproximadamente 65 millones de dólares,
como 45 millones en este país. En 1845, se perdió un estimado de 31 millones de
dólares en más o menos 38 ciudades y pueblos; en la mayoría de los casos el
corazón, o sección comercial, fue destruído; además, multitud de pequeños incendios
que causaron pérdidas por menos de veinticinco mil dólares, y también miles de
acres de bosques, probablemente aumentaron la cantidad hasta aproximadamente
cuarenta millones de dólares, y, de acuerdo con numerosos relatos, en la
mayoría de los casos, estos incendios rugían hasta más allá del control del
hombre. Ibid., pp. 91, 92.
... e inundaciones... El mar y las olas rugiendo. Las tremendas
galernas y tormentas de 1845, y muchas en 1846, ciertamente no han sido
superadas en épocas pasadas.... Inundaciones en 1845-1846 - Creo que, desde los
días de Noé, no hemos tenido estos records. Ibid.,
p. 92.
... y, por supuesto,
terremotos...
Terremotos.- No me detendré a enumerarlos
aquí. Scientific American registra más de cincuenta en 1846.
Ibid., p. 93.
... y pestilencias...
Pestilencia.- El cólera asiático, una
peste terrible, el mensajero volante de Dios con una espada desenvainada en su
mano... Ibid.
En cuanto a hambrunas,
Bates se vuelve al libro apócrifo de Esdras, que él aparentemente creía que era
inspirado...
Esdras dice: "La semilla fracasará a
causa del añublo y el granizo". xv. el mismo profeta dice: "la
provisión será barata (han sido) y súbitamente los lugares plantados aparecen
sin plantar (la semilla podrida bajo los terrones), las bodegas llenas
súbitamente se encuentran vacías". Aquí está el cumplimiento: cientos
sobre cientos de nuestras naves casi constantemente abandonan nuestras riberas,
cargadas con provisiones de nuestras bodegas, para combatir la hambruna en
Europa. Si los relatos con respecto a la hambruna son ciertos, las naves
continuarán saliendo hasta que nuestras bodegas queden vacías. Esto no es ni
fantasía ni fábula, sino la historia y la
palabra de nuestro Dios.
La profecía
de Esdras comienza a
escudriñar y a arder como fuego. Ibid.,
p. 122.
Después de leer estos
cumplimientos de la profecía, ¡uno tendría que preguntar si este hombre tenía
una exacta comprensión de las profecías bíblicas! Rápidamente se hace evidente
que su comprensión de las profecías estaba basada más en sus propias creencias
personales que en los hechos. De hecho, pone en duda toda la teología profética
de Bates. He aquí algunas extrañas enseñanzas de Bates sobre las profecías:
El mensaje del tercer ángel completado en el otoño
de 1844:
Les pido que miren hacia atrás, al verano
y el otoño de 1844, donde pueden ver el cumplimiento de este mensaje del tercer
ángel de la manera más maravillosa y notable en casi todos los pueblos y casi
todas las ciudades a través de Nueva Inglaterra. Ibid., p. 69.
Al responder a la
pregunta de por qué el movimiento de 1844 [el mensaje del tercer ángel] estuvo
restringido mayormente a los Estados Unidos en vez de al mundo entero, Bates
sostiene que sólo el mensaje del primer ángel fue a todo el mundo:
Si Ud. quiere mirar el capítulo 14
nuevamente, verá que fue sólo el primer mensajero el que envió su mensaje a
toda nación, tribu, y lengua, y pueblo. Ibid.,
p. 69.
Bates afirmaba que Cristo
recibió el reino en 1844:
Aquí hay entonces prueba positiva y
corroborada de que Cristo recibió su dominio y la gloria y el reino, o como en
la parábola de las diez vírgenes, el Esposo vino a las bodas, bajo el sonido de
la séptima trompeta, después del mensaje del tercer ángel, y antes de que se
derramaran seis de las siete plagas. Ibid.,
p. 103, 104.
Bates hizo la asombrosa
afirmación de que el sábado no pudo ser guardado antes de 1844...
Dice el lector: ¿Por qué no guardó el
pueblo "los mandamientos de Dios", como en el texto, antes del otoño
de 1844? Porque el mensaje no había sido presentado, ni podía serlo, hasta que
el mensaje del tercer ángel (versículos 9 al 11) hubiese hecho esta separación,
pues no podían guardar el cuarto mandamiento, el séptimo día sábado, mientras
estuviesen unidos a esta iglesia nominal (Babilonia), y de aquí la separación. Ibid., p. 114.
Las interpretaciones de
Bates de Apocalipsis 14 lo obligan a llegar a la conclusión de que los
guardadores de los mandamientos de Dios no existían antes de 1844. Esta irónica
conclusión ignora el hecho de que ¡Bates mismo se enteró del sábado por los
Bautistas del Séptimo Día! Esto roza el engaño directo, porque ¡Bates sabía muy
bien que había una gran comunidad de Bautistas del Séptimo Día que había estado
"presentando" el sábado por 100 años!
¡El ejemplo definitivo del autoengaño de Bates se encuentra
en su afirmación de que el mensaje del evangelio mismo terminó en 1844!. Esta
cita sola debería ser evidencia suficiente para cualquier cristiano de que este
hombre no estaba guiado por Dios en sus enseñanzas:
Ahora, permítase que esta puerta se
cierre, y la predicación de este evangelio no tendrá ningún efecto. Esto es
justo lo que decimos que son los hechos. El mensaje del evangelio terminó en el
tiempo señalado con la terminación de los 2300 días, y casi cada uno de los
creyentes honestos que está observando las señales de los tiempos lo admitirá.
¿Cómo podemos confiar en un hombre que entendió
de manera tan torcida y perversa las profecías bíblicas? ¡Y, sin embargo, las
enseñanzas de Bates se convirtieron en el fundamento sobre el cual se
desarrollaría la doctrina de la Ley Nacional Dominical más tarde! Las
enseñanzas de Bates sobre Babilonia, el sábado, y el remanente forman el
núcleo de la manera en que los modernos Adventistas del Séptimo Día
interpretan las profecías bíblicas. Por supuesto, con el correr de los años,
los adventistas han ido rechazando más y más de las enseñanzas originales de
Bates, pero él echó los cimientos de la enseñanza de la Ley Nacional
Dominical, y más tarde los adventistas construyeron sobre este fundamento.
|
Naturalmente, estas extrañas enseñanzas generaron
alguna resistencia en las iglesias cristianas en la década de 1840. Esta
resistencia fue interpretada por los adventistas observadores del sábado como
persecución y como evidencia adicional de que las denominaciones cristianas
habían caído y estaban perdidas. Las teorías de Bates fueron fácilmente
desbaratadas por los eruditos bíblicos, y los adventistas observadores del
sábado consiguieron pocos adherentes. Bates necesitó alguna ayuda para mantener
a flote sus teorías que se hundían. Pronto encontró la ayuda que
necesitaba en la joven profetisa llamada Ellen White.
Bates encuentra un amigo
¿Quién era Ellen White? Una mujer de 19 años de
edad, devota seguidora de William Miller. Tenía serios problemas de salud
resultantes de una lesión
cerebral en su niñez. Más
tarde, aseguró haber recibido visiones de Dios, aunque muchos de los que presenciaron sus
visiones tuvieron la impresión de que ellas eran el resultado más de su mala
salud que de su inspiración. La Hermana White y su familia estuvieron entre
los fanáticos que fueron expulsados de una iglesia metodista en septiembre de
1843 por haber causado disturbios durante los servicios religiosos en la
iglesia:
La razón de su despido no fue la de haber
predicado la segunda venida del Señor Cristo Jesús. Ese es un principio de
nuestra fe ortodoxa, que fue confirmado en los Artículos de Religión en 1784.
Su despido lo ocasionó su violación de la disciplina al proclamar los puntos de
vista de la fijación de fechas por parte de William Miller.... después de haber
sido aconsejados reiteradamente y sin ruido para que se abstuvieran de su
conducta desorganizadora durante las reuniones de la iglesia, los miembros de
la Iglesia de Chestnut Street hicieron uso de lo que creyeron era su único
recurso, despedir a la familia Harmon. (Carta a Keith Moxon de parte de la
Iglesia Metodista Unida de Chestnut Street, 3 de junio de 1988, tomada del
sitio de Internet Truth or Fables).
El despido de Ellen White
de la iglesia metodista y los eventos subsiguientes le llevaron a creer lo
mismo que creía Bates: Que las iglesias protestantes eran Babilonia. La Sra.
White no perdió la oportunidad de atacar a los predicadores cristianos que se
habían opuesto a la fijación de fechas por Miller:
Muchos pastores del rebaño, que aseguraban
amar a Jesús, decían que no se oponían a la predicación de la venida de Cristo,
sino al hecho de que se fijara una fecha para esa venida. Pero el omnividente
ojo de Dios leía en sus corazones. No
deseaban que Jesús estuviese cerca. Comprendían que su profana conducta no
podría resistir la prueba, porque no
andaban por el humilde sendero que
trazara Cristo. (Véase Primeros
Escritos, pp. 233-234).
No pasó mucho tiempo
antes de que Ellen White y Joseph Bates se unieran en la batalla contra las
odiadas iglesias observadoras del domingo. Aunque la evidencia bíblica para las
enseñanzas de Bates era notoriamente ausente, la deficiencia en la inspiración
pronto fue subsanada por la hermana White, que comenzó a tener visiones que
apoyaban la extraña manera en que Bates entendía los sucesos.
Para 1850, Bates, Ellen White, y su esposo James
White habían logrado convencer a varios cientos de seguidores de que la
enseñanza de Bates acerca del sábado era el postrer mensaje de Dios para el
mundo. Sin embargo, el grupo comenzó a tener dificultades en 1851, cuando
Cristo no se materializó como Bates había prometido. Al aproximarse la
fecha y ser más y más obvio que Cristo no iba a venir, los White
comenzaron a distanciarse de Bates. Cuando el año de 1851 pasó sin novedad,
Bates y los White sufrieron una humillante derrota. Los adventistas comenzaron
a volverse contra Bates y los White. Se preguntaban cómo un profeta de Dios no
había podido prever que Bates estaba errado acerca de la fecha de 1851. Los
White, decepcionados porque muchos de sus seguidores se habían vuelto contra
ellos, decidieron poner mayor distancia entre Bates y ellos mismos, y se
mudaron al medio oeste, donde no eran tan bien conocidos.
Aunque descartaron las enseñanzas de Bates acerca
del período de prueba de 7 años, continuaron predicando que el sábado era la
prueba final para la humanidad. La Sra. White escribió:
Vióse la luz del sábado, y el pueblo de
Dios fue probado, como antiguamente lo fueron los hijos de Israel, para ver si
quería guardar la ley de Dios. (Primeros
Escritos, p. 254).
Lograron reunir un
pequeño número de seguidores, y formaron la Iglesia Adventista del Séptimo Día
en 1863.
Los Adventistas del Séptimo Día pronto adquirieron
reputación entre los otros cristianos. Se conocían por sus esfuerzos para
reclutar miembros de entre otras denominaciones cristianas. También eran
conocidos por referirse a los católicos como Babilonia y a los protestantes
como el protestantismo apóstata. Los White todavía estaban convencidos de que
todas las demás iglesias cristianas eran apóstatas porque habían rechazado el
fanático movimiento de Miller para fijar fechas. Innecesario es decirlo, la
hostilidad de los adventistas hacia otras denominaciones cristianas generó
mucha animosidad entre los grupos. Ellen White describe su desagrado hacia las
denominaciones cristianas "caídas":
Vi que las iglesias nominales han caído;
en su medio reinan la frialdad y la muerte. (Primeros
Escritos, p. 116).
Los pecados de las iglesias populares han
sido blanqueados. Muchos de sus miembros dan rienda suelta a los vicios más
groseros y caminan en la iniquidad. ¡Babilonia ha caído y se ha convertido en
albergue de toda ave inmunda y aborrecible! Los pecados más repugnantes de la
época encuentran cabida bajo el manto de la cristiandad. (Testimonies,
tomo 4, p. 13).
Ellen White y su ángel
estaban tan molestos con los cristianos observadores del domingo que estaban
listos a derramar la ira de Dios sobre ellos:
Vi que,
desde que Jesús dejó el lugar santo del santuario celestial, y entró detrás del
segundo velo, las iglesias han estado llenándose de toda ave inmunda y
aborrecible. Vi gran iniquidad y vileza en las iglesias; sin embargo, sus
miembros profesan ser cristianos. La profesión que hacen, sus oraciones y sus
exhortaciones, son abominación a la vista de Dios. Dijo el ángel: "Dios no
halla agrado en sus asambleas. Practican el egoísmo, el fraude, y el engaño sin
reprensión de su conciencia. Sobre todos esos malos rasgos arrojan el manto de
su religión". Me fue mostrado el orgullo de las iglesias nominales. Dios
no cabe en sus pensamientos; sus ánimos carnales se espacian en sí mismos;
adornan sus pobres cuerpos mortales, y luego se miran con satisfacción y placer.
Jesús y los ángeles los miran con enojo. Dijo el ángel: "Sus pecados y su
orgullo han subido hasta el cielo. Su porción está preparada. La justicia y el
juicio han dormitado largo tiempo, pero pronto despertarán. La venganza es mía,
yo pagaré, dice el Señor". Las terribles amenazas del tercer ángel van a
ser realizadas, y todos los impíos han de beber de la ira de Dios. Una hueste
innumerable de malos ángeles está dispersándose por toda la tierra y llena las
iglesias. Estos agentes de Satanás consideran con regocijo las agrupaciones
religiosas, porque el manto de la religión cubre los mayores crímenes e
iniquidades". (Primeros
Escritos, p. 274).
En la mente de Ellen
White, las iglesias cristianas no adventistas estaban llenas de pecado.
En la mente de ella, sus peores enemigos no eran los no cristianos. ¡Sus peores enemigos eran los cristianos
guardadores del domingo!
Ellen White concibe como surge de la Ley Dominical Nacional
A mediados del siglo
dieciocho, hubo una serie de incidentes en los cuales los Adventistas del
Séptimo Día se metieron en problemas con la ley por trabajar en domingo. En
muchos estados había "leyes azules" que prohibían trabajar en
domingo. Es contra este telón de fondo de persecución por el estado que
la profetisa Ellen White describe la venidera persecución de los observadores
del sábado en una serie de libros y artículos. En 1882, apareció lo siguiente
en el libro Primeros Escritos:
Vi después
que los magnates de la tierra consultaban entre sí, y Satanás y sus ángeles
estaban atareados en torno de ellos. Vi un edicto del que se repartieron
ejemplares por distintas partes de la tierra, el cual ordenaba que si dentro de
determinado plazo no renunciaban los santos a su fe peculiar y prescindían del
sábado para observar el primer día de la semana, quedaría la gente en libertad
para matarlos. (PE, 282)
En 1884, ella introdujo el hecho de que habría un aumento gradual en la
severidad de las leyes para hacer obligatoria la observancia del domingo:
En el último
conflicto, el sábado será el punto especial de controversia a través de toda la
cristiandad. Los gobernantes seculares y los dirigentes religiosos se unirán
para hacer cumplir la observancia del domingo; y como las medidas más suaves
fallarán, se harán efectivas las leyes más opresivas. Se insistirá en que los
pocos que se oponen a una institución de la iglesia y una ley del país no
deberían ser tolerados, y finalmente se dictará un decreto denunciándolos como
merecedores del castigo más severo, y dándole libertad a la gente para que,
después de cierto tiempo, los maten. Spirit
of Prophecy, vol. 4, p. 444).
Para finales de la década de 1880, el fin les parecía inminente a los
adventistas. La razón de que ellos creyeran que el fin era inminente era que, a
finales de esa década, el Congreso de los Estados Unidos estaba discutiendo una
ley que habría convertido al domingo en un día de fiesta reconocido
nacionalmente. En 1886, la Sra. White advirtió que el fin vendría pronto:
El fin de
todas las cosas está a las puertas. El tiempo de angustia está a punto de caer
sobre el pueblo de Dios. Será entonces cuando saldrá un decreto prohibiendo que
los que guardan el sábado del Señor compren o vendan, y amenazándolos con
castigarlos, y hasta ejecutarlos, si no observan el primer día de la semana
como si fuera el sábado. (Historical
Sketches, p. 156).
Entonces sucedió lo inesperado. La ley dominical fue derrotada en el
Congreso. Era evidente que muchos en el Congreso pensaban que esta ley violaría
la separación entre la iglesia y el estado. Además, si esta ley se ponía en
vigor, probablemente habría sido rechazada en la Corte Suprema. Después de este
incidente, el movimiento de la Ley Dominical perdió impulso, y gradualmente
volvió su atención a otros asuntos. Para principios de 1900, comenzaba a
parecer improbable que se fuera a aprobar una ley dominical en algún momento en
un futuro cercano. Ahora los adventistas tenían un dilema entre manos.
Necesitaban tener una explicación de cómo una ley dominical podría ser
aprobada, dadas las circunstancias actuales. A la profetisa Ellen White
finalmente se le ocurrió una explicación en 1904:
Cuando el
sábado se convierta en el punto especial de controversia a través de la
cristiandad, la persistente negativa de una pequeña minoría a ceder a las
demandas populares los convertirá en objetos de execración universal. Se
insistirá en que los pocos que se oponen a una institución de la iglesia y a
una ley del estado no deberían ser tolerados; que es mejor que ellos sufran que naciones enteras sean
sumidas en confusión e ilegalidad. Este
argumento parecerá concluyente; y contra los que honran el sábado del cuarto
mandamiento se emitirá finalmente un decreto, denunciándoles como merecedores
del castigo más severo, y dando permiso a la gente para matarlos después de
cierto tiempo. (Youth
Instructor, 7-12, 1904).
Para 1904, el escenario de un movimiento organizado de dirigentes
religiosos que prohijaran una legislación dominical en el Congreso parecía poco
realista. Puesto que en ese momento parecía en extremo improbable que una ley
dominical ocurriera bajo condiciones ordinarias, debía haber algún
extraordinario suceso externo que la precipitara. Así, Ellen White inventó un
nuevo escenario en el cual los Estados Unidos se enfrentaba a una crisis súbita
y terrible. Si los Estados Unidos no actuaba para matar a los observadores del
sábado, tenía que haber una terrible catástrofe nacional. Durante esta horrible
crisis, la ley dominical sería justificada por los políticos que, bajo circunstancias
normales, rechazarían la ley. Sin embargo, en una situación de crisis, estarían
convencidos de aprobar una ley dominical para evitar que la nación entera fuera
"sumida en confusión e ilegalidad".
Aunque éste es
ciertamente un escenario creativo, la Sra.White no proporciona evidencia
bíblica en favor de este nuevo escenario, ni explica cómo el matar a los
observadores del sábado podría evitar que la nación fuera sumida en la
confusión y la ilegalidad.
En 1904, la Sra.White
hablaba como si sólo la "cristiandad" aprobaría las leyes
dominicales, pero, para 1911, nuevamente había cambiado su nuevo escenario, en
esta ocasión para incluir al mundo entero. La Sra. White escribe en su libro
señero, Great Controversy,
publicado en 1911:
Los poderes
de la tierra, uniéndose para hacer guerra contra los mandamientos de Dios,
decretarán que "todos, chicos y grandes, ricos y pobres, libres y
esclavos" (Apocalipsis 13:16), deberán conformarse a las costumbres de la
iglesia mediante la observancia del falso sábado. A todos los que rehúsen
obedecer les serán aplicados severos castigos, y finalmente se declarará que
merecen la muerte. (p. 604).
Esta ley dominical "universal" es expuesta en el último libro
de la Sra. White, que fue publicado en 1917, un año después de la muerte de
ella:
En este
nuestro día, muchos de los siervos de Dios, aunque inocentes de delito, serán
entregados para que sufran humillación y abuso a manos de los que, inspirados
por Satanás, están llenos de envidia y prejuicio religioso. La ira del hombre
se despertará especialmente contra los que honran el sábado del cuarto
mandamiento; y por fin, un decreto universal les denunciará como merecedores de
la muerte. (Prophets and Kings,
p. 512).
Así, encontramos que la doctrina de la Ley Dominical ha estado
evolucionando y cambiando continuamente a través de los años para adaptarse a
los particulares retos de la respectiva generación. Después de la muerte de la
profetisa Ellen White en 1916, la posición de la iglesia acerca de la Ley
Dominical Nacional se inmovilizó, y ha permanecido relativamente sin cambios.
Esto es comprensible, puesto que ya no hay nadie en la iglesia con autoridad
profética para modificar la enseñanza. La iglesia continúa enseñando hoy la
misma doctrina que enseñó a principios de la década de 1900.
By: Dirk Anderson Año (2000).
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