Mensaje para
los jóvenes Pg 40
Me ha sido
mostrado que debemos estar en guardia por todos lados y resistir con
perseverancia las insinuaciones y estratagemas de Satanás. Él se ha
transformado en un ángel de luz y esta engañando y llevando cautivos a miles.
Es tremenda la ventaja que saca de la ciencia de la mente humana. Aquí, bajo la
apariencia de serpiente, se arrastra imperceptiblemente para corromper la obra
de Dios. Hace humanos los milagros y las obras de Cristo.
Si Satanás hiciera un ataque abierto y atrevido al
cristianismo, llevaría al cristiano afligido y agonizante a los pies de su
Redentor, y el poderoso y fuerte Libertador haría huir atemorizado al osado
adversario. Pero Satanás, transformado en ángel de luz, actúa en la mente para
seducirla y apartarla del único camino seguro y recto. Las ciencias de la
frenología, la psicología y el mesmerismo han sido el conducto por el cual
Satanás se ha allegado más directamente a esta generación, y ha obrado con ese
poder que iba a caracterizar su obra hacia el fin del tiempo de gracia.
Al acercarnos al fin del tiempo, la mente humana es
afectada más fácilmente por las trampas de Satanás. Este induce a los mortales
engañados a atribuir las obras y los milagros de Cristo a principios generales.
Satanás ha ambicionado siempre falsear la obra de Cristo y establecer su propio
poder y sus pretensiones. Por lo general, no lo hace abierta y osadamente. Es
astuto, y sabe que el medio más eficaz de efectuar su obra consiste en
presentarse al pobre hombre caído, en forma de ángel de luz.
En el desierto, Satanás se presentó ante Cristo en
forma de hombre joven y hermoso, más parecido a un monarca que a un ángel
caído. En su boca traía las Escrituras. “Escrito está”, etc., le decía. Nuestro
Salvador, doliente, le hizo frente con la Escritura, diciendo: “Está escrito”. Satanás
sacó ventaja del estado débil, doliente de Cristo, quien tomó sobre sí nuestra
naturaleza humana [...].
Si
Satanás consigue nublar y engañar la mente humana de tal manera que induzca a
los mortales a pensar que hay en ellos poder inherente para realizar obras
grandes y buenas, estos dejan de confiar en que Dios hará en favor de ellos lo
que creen poder hacer por sí mismos. No reconocen un poder superior. No
dan a Dios la gloria que él reclama y que se debe a su grande y excelente
majestad. De este modo se realiza el intento de Satanás. Se alegra de que el
hombre caído se exalte presuntuosamente, así como él se exaltó en el cielo y
fue expulsado. Sabe que si el hombre se exalta a sí mismo, su ruina es tan
segura como lo fue la suya.
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