“Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.”
Gálatas 2:20
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese
a sí mismo, y tome su cruz, y sígueme ” (Mateo 16:24). Cerramos
aludido mensaje con una brevísima explicación de las enigmáticas sentencias
siguientes del Señor. “Porque todo el que quiera salvar su vida, la
perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 16:25).
B. Saulo de Tarso, una vez convertido a Cristo,
y mejor conocido universalmente como el apóstol Pablo, “ministro de
Jesucristo a los gentiles” (Romanos 15:16), tomó muy en
serio las condiciones establecidas por el Hijo de Dios para ser discípulo suyo
y salvar la vida, es decir, al alma. Escogemos una de sus afirmaciones al
respecto como título del presente mensaje, a saber: “Ya no vivo yo,
mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20).
1. Desde la tierra de Palestina, resuenan
aquellas declaraciones imperiosas del Señor, eventualmente escuchándolas Saulo
de Tarso.“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,
y tome su cruz, y sígueme . Porque todo el que quiera salvar su vida,
la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.”
2. Pablo acepta el reto, y después de largos
años de intensa entrega al evangelio y al Reino de Dios, escribe desde la
cárcel en Roma su elocuente réplica, muy íntima y tan poética como una
conmovedora canción espiritual. Escuchémosla. “Con Cristo estoy
juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora
vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se
entregó a sí mismo por mí.”
a) El Señor dice: “...tome su cruz…” Pablo
responde: “Con Cristo estoy juntamente crucificado...”.
b) El Señor dice: “...niéguese a sí
mismo” . Pablo responde: “...ya no vivo yo, mas vive Cristo en
mí”.
c) El Señor dice: “...sígueme”.
Pablo responde: “...lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del
Hijo de Dios”.
II. “Ya
no vivo yo, mas vive Cristo en mí.” Esto es tan y tan radical,
extremoso, abnegado, que los “Pablos” no abundan sobre este planeta. Tachar
a Saulo de Tarso. Más aún, ¡matarlo! ¡Crucificarlo! Luego, hacer que
Jesucristo entre y ocupe el mismo cuerpo que Saulo había usado. Tachar a Homero
Shappley de Álamo. Más aún, ¡hacerlo morir! Y que Jesucristo viva en su lugar.
Realmente, ¡esto es demasiado grande para el hombre! ¿Quién es capaz de
recibirlo? ¿De practicarlo? ¿De tacharse a sí mismo para que Cristo viva en él?
Estudiando y analizando esta problemática, encuentro luz divina y soluciones en
el ejemplo de Pablo mismo.
A. Al decir Pablo “Con Cristo estoy
juntamente crucificado, y ya no vivo yo...”, entiendo que el “yo” que
ya no vivía era el “yo” de su viejo hombre; aquel “yo” de
Saulo de Tarso. Este es el que fue “crucificado” juntamente
con Cristo. El “yo” soberbio, fanático, jactancioso. Que se enorgullecía de
nacionalidad, partido religioso, preparación académica y sobresalir entre sus
compatriotas. Cuando aquel hombre Saulo de Tarso tuvo su encontronazo con
Cristo y escuchó el evangelio de este, ¡renunció su “yo” carnal y
mundano! Se negó a sí mismo. Negó continuar aquella vida; negó seguir
aquella trayectoria, la cual lo hubiese llevado, sin duda, al pináculo del
éxito y de la gloria terrenal. Pero, lo negó todo, hallando mucho más excelentes
el mensaje de Cristo y la vida que este enseñaba.
1. Esto mismo el apóstol Pablo se lo comunica a
los cristianos en Filipos. “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia,
las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas
las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi
Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar
a Cristo, y ser hallado en él… a fin de conocerle… si en alguna manera llegase
a la resurrección de entre los muertos” (Filipenses 3:7-11).
2. ¿Qué cosas perdió Saulo de Tarso al
convertirse en Pablo, apóstol de Jesucristo? ¿Qué cosas llegó a tener “por
basura”?
a) La fama que ya había
alcanzado entre los judíos de ser “hebreo de hebreos” (Filipenses 3:5).
b) El reconocimiento que le
tributaban, pues “en el judaísmo aventajaba a muchos de mis
contemporáneos en mi nación”, testifica el propio Pablo (Gálatas 1:14).
c) Su reputación e influencia por
ser “irreprensible” “en cuanto a la justicia que es
en la ley” mosaica (Filipenses 3:6).
d) El soberbio celo del que se
jactaba, pues él mismo asegura que era “mucho más celoso de las
tradiciones de mis padres”que los demás judíos (Gálatas 1:14; Filipenses
3:6).
e) La circuncisión que había
recibido en su carne “al octavo día” de haber nacido (Filipenses 3:5).
f) El poder que los “principales
sacerdotes” israelitas le conferían para “hacer muchas cosas
contra el nombre de Jesús de Nazaret” (Hechos 26:9-12).
g) Perdió un porvenir brillante entre
los judíos, incluso el de probable candidato al Sanedrín.
h) Por inferencia, perdió también fuentes
de ingresos y oportunidades económicas que le pudiesen haber
enriquecido tal vez sustancialmente.
3. Todas estas cosas altamente valuadas en los
círculos suyos antes de convertirse a Cristo, se volvieron como “basura” para
Pablo cuando entendió el mensaje del evangelio. Sin embargo, aquel varón no
perdió sus cualidades de valor intrínseco. Sus notables dotes
intelectuales, fuerza de carácter, intrepidez, dinamismo, vigor, carisma,
coraje y diligencia en todo lo que requiere diligencia. Su capacidad para
planificar y ejecutar. Su brillante y persuasiva oratoria.
a) Su transformación a “cristiano” no
requería que él negara estos poderes y cualidades sino que los dedicara al
desarrollo del Reino de Dios en la tierra. Que los canalizara para
lograr la salvación de almas y la edificación de los demás cristianos. Que los usara,
no para sus propios fines y gloria personal, sino para los designios y
la gloria del Creador.
b) Haciéndolo, nace una “nueva
criatura” . Un “nuevo Pablo”. Murió aquel viejo Saulo
de Tarso, egoísta y vanaglorioso. Fue crucificado “juntamente con
Cristo”. Ya no vive. Vive un “nuevo” hombre creado “conforme
a la imagen” de Cristo. Un “nuevo” hombre que “se
va renovando hasta el conocimiento pleno” (Colosenses 3:9-10). Y ya que
este nuevo hombre es la imagen de Cristo, el nuevo Pablo puede
afirmar, con justa razón, “vive Cristo en mí; y lo que vivo en la
carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios”.
4. Apliquemos esto a nosotros mismos, gente del
Siglo XXI, muchos con excelentes habilidades, valiosos talentos, recursos
considerables, gran potencial.
a) ¿Significa “negarse a sí mismo” que cada uno
se tache por completo a su propio “yo”? ¿Qué tenga “por basura” todos
sus recursos intelectuales, sus cualidades positivas de carácter, todos sus
bienes materiales, todo placer por natural e inocente que sea?
(1) ¡Negativo! Pienso que tal
no es, en absoluto, la síntesis correcta de esta norma que enseña el Señor
Jesucristo.
(2) Semejante interpretación
radicalizada de “negarse a sí mismo” indujo a no pocos cristianos del
Siglo II en adelante a practicar, o intentar practicar, el ascetismo.
-“El ascetismo lo practican… algunos seguidores de
casi todas las religiones. Casi siempre requiere abstinencia de comida, de
bebida y de actividad sexual, es decir, ayuno y celibato, y a veces
también sufrimiento físico o incomodidades, por ejemplo, soportar calores o
fríos o la auto-punición, como ocurre en el sufismo o como practican los
flagelantes. El ascetismo puede exigir incluso la retirada del mundo
para llevar una vida de meditación, como se hace en la práctica del yoga.”
(3)
Definitivamente, Cristo no nos llama a ser “ascéticos”. Su
voluntad, tal cual expresada en Juan 17:15-18, no es que nos quitemos del
mundo, aislándonos en lugares desiertos y tratando duramente al cuerpo físico,
lo cual no tiene “valor alguno contra los apetitos de la carne” (Colosenses 2:23), sino que
seamos enviados “al mundo” para servir como levadura de
santidad a las masas sosas e impuras. Conforme a la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30), su
voluntad es que utilicemos al máximo nuestras excelentes habilidades,
valiosos talentos y recursos considerables para…
-Llevar el evangelio a todo el mundo, salvando almas.
-Edificar, animar y sostener a los demás cristianos.
-Socorrer a los desamparados del mundo –huérfanos,
viudas, viudos, incapacitados, hambrientos, sedientos, enfermos.
Su voluntad es
que cada uno de nosotros…
- “Trabaje, haciendo con sus manos lo que es
bueno…” (Efesios 4:28).
-Y que cada uno viva moderadamente, aprendiendo a
estar contento con suficiente comida, abrigo y techo,“porque nada hemos
traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar” (1 Timoteo 6:6-8).
b) ¿Qué, pues, significa “negarse a sí mismo”
para nosotros, gente moderna con tantas posibilidades de desarrollo y auto-realización?
(1) Significa desistir de pretensiones
egoístas. De aspirar a poder personal solo para dominar
caprichosamente o gloriarse en lo personal.
(2) Significa desistir de luchar
para amontonar riquezas materiales con el solo propósito de gastarlas en
nuestros propios deleites. De buscar afanosamente nuestro
propio bien carnal sin importar el impacto en los demás.
(3) Significa abstenernos “de
toda especie de mal” (1 Tesalonicenses 5:22). Decir que NO
a los placeres y excesos que nos hacen daño corporal, emocional, psíquico o
espiritual.
(4) Significa refrenar a los IMPULSOS de
toda categoría. Clive Staples Lewis, escritor, orador y
educador tenido por uno de los intelectos más sobresalientes del Siglo XX, hizo
las siguientes observaciones sobre “impulsos”: “Lo más
peligroso que podéis hacer es tomar cualquier impulso de vuestra propia
naturaleza y fijarlo como lo que tenéis que seguir a toda costa. No hay
uno solo de ellos que no nos convierta en demonios si lo fijamos como guía
absoluta. Podréis pensar que el amor hacia la humanidad en general es
algo seguro, pero no lo es. Si dejáis fuera la justicia os encontraréis
violando acuerdos y falseando pruebas en un juicio ‘en nombre de la humanidad’,
y finalmente os convertiréis en hombres crueles y traidores”
c) Pero, “seguir sus impulsos, todos sus
impulsos, a lo largo y lo ancho de la vida, sin negarse nada”, es
precisamente la mentalidad típica de grandes multitudes que pululan en el
presente sobre toda la faz del planeta Tierra.
(1) “¡Date el gusto! Te lo mereces. Me
lo merezco. No te niegues nada de lo que antojes hacer, experimentar, sentir.
Échale mano a todo lo que tu mano pueda asir, acaparar, de la manera que sea.
Gózate a tus anchas. Diviértete día y noche. Come, bebe, baila, hacer el amor
con quienquiera. La vida es corta. Mañana te mueres. No sacrifiques nada de tus
ilusiones, aspiraciones, pretensiones, placeres.”
(2) Y a consecuencia de esta mentalidad está
sucediendo ante nuestros ojos justamente lo que advierte el Sr. Lewis, cuyos
escritos, dicho sea de paso, se apoyan en las enseñanzas de Cristo. Estas
enormes multitudes empeñadas en seguir sus impulsos “a toda
costa”, ¡se están convirtiendo en verdaderos DEMONIOS temerarios!
(a) De cierto, de cierto, una generación que no
sabe negarse nada, que no quiere negarse nunca ningún impulso, es una
generación incapaz de disciplinarse. Y una generación incapaz de
auto-disciplinarse se condena a sí misma al caos moral y social.
(b) El ser humano que no aprende a decir que NO,
que no se priva siquiera de cosas que destruyen su cuerpo, que rehúsa dominar
malos hábitos esclavizantes, que no rehuye ambientes que le desorientan
psicológica y emocionalmente, invariablemente desarrolla un carácter
flojo, deformado, propenso a la degradación y aun a la violencia.
(c) En todo reglón de la vida y en todo asunto
humano, hace falta, muchísima falta, personas de carácter fuerte,
íntegro, vertical, disciplinado. Valientes para pronunciar un “NO”
rotundo a todo lo que toda la humanidad debería decir que NO.
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