20MINUTOS.ES. 23.03.2017 - 17:06h
El Ministerio de Justicia ruso suspendió este
jueves la actividad de los testigos de Jehová, acusados de extremismo, a la
espera de que el Tribunal Supremo decida el próximo 5 de abril si prohibir
definitivamente la práctica de ese culto en el país.
El Centro de dirección de los testigos de Jehová
en Rusia, que dirige todas las filiales regionales y locales de la comunidad
religiosa, ha sido incluido en la lista de organizaciones extremistas, señala
un comunicado del Ministerio.
La prohibición de los testigos se da por
descontada, toda vez que el alto tribunal ruso ya respaldó en el pasado el cese
de su actividad en varias regiones y ciudades. El portavoz de los testigos de
Jehová en Rusia, Iván Belenko, denunció que la decisión de las autoridades
rusas privará de su derecho a la libertad de culto a los 175.000 seguidores que
tiene esa comunidad en el país.
En todos
los procesos judiciales contra la organización, las autoridades la han acusado
de almacenamiento y difusión de literatura religiosa de carácter extremista.
"Todas las decisiones judiciales contra nosotros se basan en una única
acusación: que algunos de nuestros libros y discursos están en la lista de
literatura extremista que existe en este país", explicó Belenko.
Aseguró
que las decisiones de incluir a unas u otras publicaciones en la lista negra
"se tomaron en base a opiniones de falsos expertos y sentencias judiciales
dictadas a espaldas de los creyentes".
Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2993328/0/rusia-prohibe-testigos-jehova-extremistas/#xtor=AD-15&xts=467263
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Libertad Religiosa
¿Que hacer cuando se termine la Libertad Religiosa?
El principio que los
discípulos sostuvieron valientemente cuando, en respuesta a la orden de no
hablar más en el nombre de Jesús, declararon: “Juzgad si es justo delante de
Dios obedecer antes a vosotros que a Dios,” (Hechos 4:19) es el mismo que los adherentes del Evangelio lucharon por
mantener en los días de la Reforma. Cuando en 1529 los príncipes alemanes se
reunieron en la Dieta de Espira, se presentó allí el decreto del emperador que
restringía la libertad religiosa, y que prohibía toda diseminación ulterior de
las doctrinas reformadas. Parecía que la esperanza del mundo estaba a punto de
ser destrozada. ¿Iban a aceptar los príncipes el decreto? ¿Debía privarse de la
luz del Evangelio a las multitudes que estaban todavía en las tinieblas?
Importantes intereses para el mundo estaban en peligro. Los que habían aceptado
la fe reformada se reunieron, y su unánime decisión fue: “Rechacemos este
decreto. En asunto de conciencia la mayoría no tiene autoridad. (“Historia de la Reforma,” por D’Aubigné, tomo 13, cap. 5.)
En nuestros días debemos sostener firmemente este
principio. El estandarte de la verdad y de la libertad religiosa sostenido en
alto por los fundadores de la iglesia evangélica y por los testigos de Dios
durante los siglos que desde entonces han pasado, ha sido confiado a nuestras
manos para este último conflicto. La responsabilidad de este gran don descansa
sobre aquellos a quienes Dios ha bendecido con un conocimiento de su Palabra.
Hemos de recibir esta Palabra como autoridad suprema. Hemos de reconocer los
gobiernos humanos como instituciones ordenadas por Dios mismo, y enseñar la
obediencia a ellos como un deber sagrado, dentro de su legítima esfera. Pero
cuando sus demandas estén en pugna con las de Dios, hemos de obedecer a Dios
antes que a los hombres. La Palabra de Dios debe ser reconocida sobre toda otra
legislación humana. Un “Así dice Jehová” no ha de ser puesto a un lado por un
“Así dice la iglesia” o un “Así dice el estado.” La corona de Cristo ha de ser
elevada por sobre las diademas de los potentados terrenales.
No se nos pide que desafiemos
a las autoridades. Nuestras palabras, sean habladas o escritas, deben ser
consideradas cuidadosamente, no sea que por nuestras declaraciones parezcamos
estar en contra de la ley y del orden y dejemos constancia de ello. No debemos
decir ni hacer ninguna cosa que pudiera cerrarnos innecesariamente el camino.
Debemos avanzar en el nombre de Cristo, defendiendo las verdades que se nos
encomendaron. Si los hombres nos prohiben hacer esta obra, entonces podemos decir,
como los apóstoles: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer antes a
vosotros que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y
oído.”(Hechos
4:19, 20).—Los Hechos de
los Apóstoles, 56, 57.
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