En la primera Epístola de Juan en el capítulo 5, versículos del 1
al 5. Dice allí: "La fe que vence al mundo", y es así como se titula
esta meditación. Muy pronto Jesús vendrá a buscarnos en gloria y majestad y
¿hallará fe en la tierra?
Leer 1 Juan 3:1: “¡Mirad qué gran amor
nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios! ¡Y lo somos! Por
esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoce a él”.
Leer 1 Juan 3:18-22: “Hijos míos, no
amemos de palabra ni de lengua, sino con obras y en verdad. En esto conocemos
que somos de la verdad, y aseguramos nuestro corazón ante él. Pero si nuestro
corazón nos condena, Dios es mayor que nuestro corazón, y conoce todas las
cosas. Amados, si nuestro corazón no nos condena, tenemos plena confianza ante
Dios; y todo cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus
Mandamientos, y hacemos lo que le agrada”.
Leer 1 Juan 4:7-8: “Amados, amémonos
unos a otros, porque el amor viene de Dios. El que ama, ha nacido de Dios
y conoce a Dios. El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor”.
Leer 1 Juan 4:19-20: “Nosotros le
amamos, porque él nos amó primero. Si alguno dice: "Yo amo a Dios", y
aborrece a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano a
quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve”.
Agradezcamos al Señor porque Él nos amó
primero, porque permitió que Jesucristo dejara la gloria excelsa y viniese a
morir por cada uno de nosotros pecadores para salvarnos, siendo nosotros
indignos de tanta misericordia divina. Agradezcamos cada día por lo poco o
mucho que Dios nos ha dado y porque tenemos un Padre Santo, fiel y verdadero.
Leamos Romanos 1:21: “Porque habiendo
conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias; antes se
ofuscaron en vanos razonamientos, y su necio corazón se entenebreció”.
Volvamos a 1 Juan 5, vamos a leer los
primeros 5 versículos (...) y ahora, detengámonos más específicamente en el
versículo 4. Dice allí: “Porque todo el que es nacido de Dios vence al mundo; y
ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. Veamos algunos puntos
clave de este versículo para comprenderlo en una forma más amplia.
1.
¿Quién
es nacido de Dios? Dice el versículo 1 que todo aquel que cree que Jesús es el
Cristo, es nacido de Dios. (Gálatas 5:24, 1 Juan 2:4-6).
2.
¿Qué
es la fe? (primero respuestas NO bíblicas, es decir, acepciones, sinónimos,
participación de la feligresía) - confianza, credulidad, fidelidad, obediencia,
seguridad. (Hebreos 11:1).
3.
¿Fe
en quién debemos tener? (San Marcos 11:22, 1 Corintios 15:14, Efesios 3:11-12).
¿Cuál es la victoria? Vayamos al libro
de Apocalipsis o Revelación 2:7½, desde “[…] Al que venza le daré a comer del
árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios”.
Leer Apocalipsis 2:11½ “[…] El que
venza, no recibirá daño de la segunda muerte”.
Leer Apocalipsis 2:17 ½ “[…] Al que
venza, le daré del maná escondido. Le daré una piedrecita blanca, Y en
ella escrito un nombre nuevo, que ninguno conoce sino el que lo recibe”.
Leer Apocalipsis 2:26-28 “Al que venza.
y guarde mis obras hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones. Las
regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de arcilla, así como yo
recibí autoridad de mi Padre. Y le daré también la Estrella de la mañana”.
Leer Apocalipsis 3:5 “El que venza,
será vestido de ropa blanca. No borraré su nombre del Libro de la Vida, y
confesaré su nombre ante mi padre y ante sus ángeles”.
Leer Apocalipsis 3:12 “Al que venza, lo
haré columna en el Santuario de mi Dios, y nunca más saldrá fuera.
Escribiré sobre él el Nombre de mi Dios- el nombre de la ciudad de mi Dios, la
nueva Jerusalén, que desciende del cielo enviada por mi Dios-, y mi nuevo
Nombre”.
Leer Apocalipsis 3:21 “Al que venza, le
daré que se siente conmigo en mi trono; así como he vencido y me he sentado con
mi Padre en su trono”.¡Amén!
El que tiene oído, oiga lo que el
Espíritu dice a las iglesias. Al que venza, Replanteemos entonces este
versículo, ampliándolo a la luz de la Biblia misma mediante los otros párrafos
que ya hemos leído: “Porque todos los que han crucificado la carne con sus
pasiones y deseos, los que guardan los mandamientos de Dios, los que andan y
viven como Cristo anduvo y vivió cuando estuvo en esta Tierra, ellos vencen al
mundo. Y ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra confianza plena,
credulidad, fidelidad, obediencia y seguridad en Dios a pesar de que no le
vemos, pero estamos convencidos de que existe, y con paciencia le aguardamos.
Creo que ahora sí nos ha quedado
perfectamente claro el sentido amplio de este versículo. La vida del cristiano
es una vida de comunión constante con el Padre y de una fe genuina manifestada
en nuestra confianza plena en Él y en su voluntad.
Leer Isaías 49:8-10 “Así dice el Señor:
En tiempo aceptable te oí, en el día de salvación te ayudé. Te guardaré, y te
daré por alianza al pueblo, para que restaures el país, para que hereden sus
asoladas heredades; "para que digas a los presos: 'Salid', y a los que
están en tinieblas: 'Manifestaos'. En los caminos serán apacentados, y en todas
las cumbres tendrán sus pastos. No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol
los afligirá. Porque el que tiene compasión de ellos los guiará, y los
conducirá a manantiales de agua”.
Lamentablemente, vivimos en un mundo
corrompido por el pecado, en donde el sentido bíblico de las palabras y las
normas de moralidad se han tergiversado enormemente. Y es así que, como seres
humanos que somos, nos encontramos ante dos tipos de fe muy diferentes una de
la otra.
La primera es la fe bíblica, de la que
ya hemos hablado un poco anteriormente, y que es una fe basada en la confianza
en un poder superior, en un agente externo, ajeno a nosotros mismos; es decir,
la fe en Dios.
La segunda es la fe que se manifiesta
cotidianamente en el mundo, fe en uno mismo, fe en un equipo de fútbol, fe en
un político o en una persona, fe en que un número de lotería deseado va a
salir, fe en que la bolsa de comercio va a subir, fe en que el país va a
mejorar, fe en la foto de un cantante o de un ser humano muerto.
Y de esta fe salen frases tan
utilizadas por la gente como ser: “si crees, puedes”, “sólo confía en ti
mismo”, “todo es cuestión de pensar positivamente, no hay que tirar ondas
negativas”, “todo va a salir bien, no pienses cosas negativas porque atraes lo
malo”.
Por supuesto que no hace falta aclarar
que estas frases no deberían existir en boca de un cristiano. No estoy diciendo
que es malo pensar positivamente o tener una actitud positiva frente a la vida
y a las circunstancias que nos tocan vivir. Como hijos de Dios la Biblia nos
exhorta: “estad siempre gozosos”. Pero es muy diferente depositar nuestra
confianza, ya sea en nosotros mismos, en otra persona, o hasta en un objeto,
que depositarla en el Padre de las Luces de quien proviene toda sabiduría y
bondad.
La Biblia denuncia también que es
“maldito el hombre que confía en el hombre”. Nuestra actitud mental positiva
tiene valor permanente sólo cuando resulta de un conocimiento del auténtico
Dios (San Juan 17:3), de su verdad (San Juan 8:31-32) y del Espíritu Santo (San
Juan 14: 16-17 y San Juan 16:7-8).
Y ¿qué es lo primero que nos muestra el
Espíritu? Definitivamente algo muy negativo, pues nos dice que somos pecadores,
injustos y que seremos juzgados tanto por nuestros actos como por nuestras
decisiones. Estamos corrompidos y degradados por el pecado, tenemos una
tendencia innata a hacer lo malo y “no hay justo ni aún uno”.
Sin embargo, y a pesar de no poder
hallar la solución a nuestros problemas en nosotros mismos, Dios nos ha
brindado en Jesucristo la posibilidad maravillosa de reconciliarnos con Él a
través de lo que conocemos como el arrepentimiento.
“Levantaos e id a vuestro Padre. Él os
saldrá al encuentro muy lejos. Si dais arrepentidos, un solo paso hacia Él, se
apresurará a rodearos con sus brazos de amor infinito. Su oído está abierto al
corazón del alma contrita. Él conoce el primer esfuerzo del corazón para llegar
a Él. Nunca se ofrece una oración, aún balbuceada, nunca se derrama una
lágrima, aún en secreto, nunca se acaricia un deseo sincero, por débil que sea,
de llegar a Dios, sin que el Espíritu de Dios vaya a su encuentro. Aún antes de
que la oración sea pronunciada, o el anhelo del corazón sea dado a conocer, la
gracia de Cristo sale al encuentro de la gracia que está obrando en el alma
humana”. (Palabras de Vida del Gran Maestro, Elena de White).
Leer Salmos 139:23-24 “Examíname, oh
Dios, y conoce mi corazón; pruébame, y reconoce mis pensamientos. Mira si voy
en mal camino, y guíame por el camino eterno.
Leer Romanos 8:35, 38 y 39: “¿Quién nos
separará del amor de Cristo? ¿Tribulación o angustia? ¿Persecución o hambre?
¿Desnudez, peligro o espada? Por eso estoy seguro de que ni la muerte ni la
vida, ni ángeles ni demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni lo alto ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que
es en Cristo Jesús Señor nuestro”.
El contraste entre el mundo que no ha
querido conocer a Dios y el que sí lo conoce es abismal e imposible de
compatibilizar; por tanto uno y otro engendran un tipo de fe distinta. En el
caso de la fe bíblica, ésta es un don de Dios dado a sus hijos a través del
Espíritu Santo, cuyo autor y consumador es Jesucristo y que es fortalecida
mediante el estudio de la Palabra de Dios y la predicación de las Escrituras en
nuestra propia vida. Esta conclusión nos permite pasar, de lo negativos que
somos por naturaleza a lo positivos que podemos llegar a ser cuando entregamos
nuestra voluntad pecaminosa y nuestro yo a los Pies de Jesucristo, y permitimos
que su voluntad y sus planes se manifiesten en nuestra vida al abrirle el
corazón, y dejar que el Espíritu Santo obre en nosotros tanto el querer como el
hacer.
Al manifestar una completa fe y
confianza en Dios venceremos al mundo aún cuando la prueba, la tentación, el
sufrimiento, la soledad, la tristeza o la enfermedad se presenten delante de
nosotros. “Porque sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan
a bien, y esto es a los que conforme a su propósito han sido llamados” (Romanos
8:28).
Seguramente, en esta mañana, tendremos
muchas cosas que agradecer a Dios, y muchas otras de las cuales arrepentirnos.
Ya no hay más tiempo, hoy es el tiempo de rreconsagrar nuestras vidas al
Todopoderoso porque Aquel que oye en lo secreto, te recompensará en público y
borrará todos tus pecados confesados y nunca más los traerá a la memoria.
Tomémonos unos momentos para orar en forma individual y silenciosa.
Que Dios te bendiga y te guarde, que
haga resplandecer su rostro sobre ti y te dé paz es mi deseo para cada uno de
los presentes en este día. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario