sábado, 18 de julio de 2015

Solo para Adventistas

"Así en todos los tiempos, de entre la apostasía y la rebelión [Dios saca a un pueblo que le es fiel un pueblo “en cuyo corazón está” su “ley”]. Isaías 51:7. (Elena G. White—Patriarcas y Profetas, pág 351)

[Hubo una salida, una separación decidida de los impíos, una fuga para salvar la vida.] Así fue en los días de Noé; así ocurrió en el caso de Lot; así en el de los discípulos antes de la destrucción de Jerusalén, [y así será en los últimos días.] De nuevo se oye la voz de Dios en un mensaje de advertencia, que manda a su pueblo separarse de la impiedad creciente.
La depravación y la apostasía que existirán en los últimos días en el mundo religioso se le presentó al profeta Juan en la visión de Babilonia, “la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra”. Apocalipsis 17:18. 

Antes de que sea destruida se ha de escuchar la llamada del cielo: “¡Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados ni recibáis parte de sus plagas!” Apocalipsis 18:4.
Como en días de Noé y Lot, es necesario separarse decididamente del pecado y de los pecadores. No puede haber transigencia entre Dios y el mundo, ni se puede volver atrás para conseguir tesoros terrenales “No podéis servir a Dios y a las riquezas”. Mateo 6:24.( Elena G. White—Patriarcas y Profetas, pág 163.)

[Tras largo y tenaz conflicto, los pocos que permanecían fieles resolvieron romper toda unión con la iglesia apóstata si esta rehusaba aún desechar la falsedad y la idolatría. Y es que vieron que dicho rompimiento era de todo punto necesario si querían obedecer la Palabra de Dios.] ( Elena G. White —Conflicto de los siglos, pág 49.)

[Se efectuó una separación. Los que permanecieron firmes en la antigua fe se retiraron]... Luchaban en pro de la fe de la iglesia apostólica,—"la fe que ha sido una vez dada a los santos."(judas3,4.) ( Elena G. White—Conflicto de los siglos, pág 69.)

En muchas iglesias no fué permitido dar el mensaje, [y gran número de fieles que tenían el viviente testimonio abandonaron aquellas caídas iglesias]. (Elena G. White—Primeros Escritos, pág 238.)

Entonces [muchos de los que apreciaban la luz sagrada, rompieron las cuerdas que los encerraban y en forma destacada se separaron de aquellas compañías.] ( Elena G. White—Primeros Escritos, pág 240-241.)

Así como la luz y la vida de los hombres fué rechazada por las autoridades eclesiásticas en los días de Cristo, ha sido rechazada en toda generación sucesiva. [Vez tras vez, se ha repetido la historia del retiro de Cristo de Judea.] Cuando los reformadores predicaban la palabra de Dios, no pensaban separarse de la iglesia establecida; pero los dirigentes religiosos no quisieron tolerar la luz, y los que la llevaban se vieron obligados a buscar otra clase, que anhelaba conocer la verdad. En nuestros días, pocos de los que profesan seguir a los reformadores están movidos por su espíritu. Pocos escuchan la voz de Dios y están listos para aceptar la verdad en cualquier forma que se les presente. [Con frecuencia, los que siguen los pasos de los reformadores están obligados a apartarse de las iglesias que aman, para proclamar la clara enseñanza de la palabra de Dios. Y muchas veces, los que buscan la luz se ven obligados por la misma enseñanza a abandonar la iglesia de sus padres para poder obedecer.] (Elena G. White—Deseado de Todas las Gentes, pág 199.)

El capítulo 18 del Apocalipsis indica el tiempo en que, por haber rechazado la triple amonestación de Apocalipsis 14:16-12, la iglesia alcanzará el estado predicho por el segundo ángel, [y el pueblo de Dios que se encontrare aún en Babilonia, será llamado a separarse de la comunión de esta.] Este mensaje será el último que se dé al mundo y cumplirá su obra. Cuando los que “no creen a la verdad, sino que se complacen en la injusticia” (2 Tesalonicenses 2:12, VM), sean dejados para sufrir tremendo desengaño y para que crean a la mentira, entonces la luz de la verdad brillará sobre todos aquellos cuyos corazones estén abiertos para recibirla, y todos los hijos del Señor que quedaren en Babilonia, oirán el llamamiento: “¡Salid de ella, pueblo mío!” Apocalipsis 18:4. ( Elena G. White—conflicto de Los Siglos, pág 441.)

Me fueron mostrados aquellos que creen poseer el último mensaje de misericordia [y la necesidad que tienen de estar separados de los que están bebiendo diariamente nuevos errores.] Vi que ni los jóvenes ni los ancianos debían asistir a sus reuniones; porque es malo alentarlos así mientras enseñan el error que es veneno mortal para el alma, y mientras presentan como doctrinas los mandamientos de los hombres. La influencia de tales reuniones no es buena. Si Dios nos ha librado de tales tinieblas y error, debemos destacarnos firmemente en la libertad con que nos emancipó y regocijarnos en la verdad. Dios siente desagrado hacia nosotros cuando vamos a escuchar el error, sin estar obligados a ir; porque a menos que nos mande a aquellas reuniones donde se inculca el error a la gente por el poder de la voluntad, no nos guardará. Los ángeles dejan de ejercer su cuidado vigilante sobre nosotros; y quedamos expuestos a los golpes del enemigo, para ser entenebrecidos y debilitados por él y por el poder de sus malos ángeles, y la luz que nos rodea se contamina con las tinieblas. ( Elena G.—White Primeros Escritos, pág 124.)

El tercer mensaje iba a efectuar su obra. Todos iban a ser probados por él, [y las almas preciosas iban a ser invitadas a salir de las congregaciones religiosas...]
Los siervos de Dios, dotados con el poder del cielo, con sus semblantes iluminados y refulgentes de santa consagración, salieron a proclamar el mensaje celestial. Muchas almas diseminadas entre las congregaciones religiosas respondieron al llamamiento [y salieron presurosas de las sentenciadas iglesias, como Lot salió presuroso de Sodoma antes de la destrucción de esa ciudad.]( Elena G. White—Primeros Escritos, pág 278–279.)


ELENA G WHITE.

Varios líderes religiosos se reúnen con el presidente francés para defender la justicia climática

01 de Julio 2015
Versión en español publicada el: 06 de Julio 2015
El 1 de julio, en el Palacio del Elíseo, en París, los representantes de la Conferencia de Líderes Religiosos de Francia (CRCF) presentaron a François Hollande una declaración instando al establecimiento de un acuerdo vinculante sobre la crisis climática y haciendo un llamamiento a limitar a 2 ºC el aumento de la temperatura terrestre, según lo convenido internacionalmente.
En su reunión con el presidente francés y otros funcionarios del gobierno, entre ellos el Ministro de Ecología y el Ministro del Interior, los representantes de la CRCF hablaron sobre los aspectos morales del cambio climático y los preparativos para la próxima Conferencia sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (CP21), que se celebrará en la capital francesa en diciembre.
Las dos peticiones formuladas en la declaración se hacen eco de la campaña de sensibilización sobre el cambio climático de ACT Alianza Actúa ahora por la justicia climática, una iniciativa firmemente respaldada por el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y su programa sobre justicia climática.
En el texto de la declaración el grupo hizo hincapié en su convicción de que la crisis climática es un desafío espiritual y moral. "Lo que está en juego es ante todo nuestra relación con la naturaleza y con la Creación como un don de Dios", se afirma en el comunicado.
Firmado por los representantes de la Conferencia Episcopal de Francia (CEF), la Federación Protestante de Francia (FPF), la Asamblea de Obispos Ortodoxos de Francia (AEOF), la Unión Budista de Francia (UBF), el Consejo Francés de la Fe Musulmana (CFCM), el Gran Rabino de Francia y el presidente del Consejo Consistorial Judío de Francia, el documento pone de manifiesto una profunda preocupación por las generaciones futuras.
"Nuestra conciencia espiritual y moral se enfrenta a un desafío. Nos enfrentamos al desafío de actuar por la justicia, trabajar por la paz y preparar con urgencia un futuro seguro y viable para nuestros hijos, dejar atrás la era de la energía que contamina y replantearnos nuestros modelos económicos de producción y consumo ilimitado", dice la declaración.
Entre los miembros de la delegación se encontraban Martin Kopp, un joven dirigente de la Federación Luterana Mundial, y Laura Morosini, de Cristianos Unidos por la Tierra. Ambos delegados han desempeñado un papel clave en la creación de la iniciativa Ayuna por el Clima en Francia.
Tras la reunión entre los líderes religiosos franceses y el presidente Hollande hubo una intensa actividad en las redes sociales, coordinada por la mencionada campaña, en la que los activistas de la justicia climática pidieron que la "CP 21 permita hacer una transición justa hacia un futuro climático seguro".
La declaración insta a los líderes del mundo a comprometerse "a poner fin oportunamente a la era de los combustibles fósiles y establece la puesta en común de objetivos para reducir las emisiones globales de los gases de efecto invernadero de manera que el aumento medio de la temperatura se mantenga muy por debajo de los 2 °C e incluyan normas que garanticen la transparencia, la responsabilidad y un proceso de revisión periódica de los objetivos; la protección de las poblaciones más vulnerables a los efectos del cambio climático, ayudándolas a adaptarse a estos teniendo en cuenta las pérdidas y daños que padecen; la promoción tanto del desarrollo ecológico responsable como de la lucha contra la pobreza, garantizando una financiación adecuada, la transferencia tecnológica y el refuerzo de los conocimientos y las competencias técnicas".
La CRCF fue creada el 23 de noviembre de 2010,  reúne a seis grupos de líderes de organizaciones budistas, iglesias (Católica Romana, Ortodoxa y Protestante), así como a organizaciones que representan al Islam y al Judaísmo.
Para el Rev. François Clavairoly –Presidente de la Federación Protestante de Francia y uno de los líderes religiosos que participaron en la redacción del texto– la labor en favor de la justicia climática está ayudando a aumentar la colaboración mutua tanto entre las iglesias cristianas como entre los líderes religiosos de Francia.
"Hasta hace unos dieciocho meses las religiones de Francia no habían federado sus conocimientos sobre el cambio climático. Estamos agradecidos de ver que los preparativos para la CP21 han aumentado la conciencia respecto a la crisis climática, y también nos ha dado mucho trabajo teológico y espiritual", dijo Clavaiorly. "La campaña Ayuna por el Clima ayuda a crear un movimiento de base que implica a todos en el camino de la responsabilidad hacia un futuro con un clima seguro".

viernes, 10 de julio de 2015

Noventa y Cinco Tesis: Martín Lutero

Información de carácter general

El 31 de octubre de 1517 Martín Lutero, teólogo alemán y profesor de Wittenberg, fijó sus Noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg, dando inicio así a la Reforma Protestante.

Las Noventa y Cinco Tesis:

Controversia del doctor Martin Luther sobre la penitencia y las indulgencias En el deseo y con el propósito de esclarecer la verdad se celebrará en Wittenberg un debate sobre las proposiciones aquí suscritas, bajo la presidencia del Reverendo Padre Martín Lutero, monje de la Orden de San Agustín, Magister en Artes Liberales y en Sagrada Teología y profesor ordinario en dicha universidad. Por lo tanto, pide a aquellos que no puedan asistir y discutir oralmente el tema con nosotros, hacerlo por carta. En nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
"Cualquier enseñanza que NO se encuadre con las escrituras debe ser desechada, aunque haga llover milagros todos los dias"

Octubre 31, 1517
Martin Lutero
1. Nuestro Señor y Maestro Jesucristo, al decir "Arrepentíos", etc, lo hizo con la intención de que toda la vida de los creyentes sea de penitencia. 2. Por esa palabra no se debe entender la penitencia sacramental, es decir, la de la confesión y la satisfacción llevadas a cabo bajo el ministerio de los sacerdotes.
3. Tampoco se refiere, sin embargo, a la penitencia interior; y esta misma no es nada a menos que en lo exterior conlleve mortificaciones de la carne.
4. La penitencia, por tanto, continúa mientras el disgusto hacia hacia uno mismo —esto es, la verdadera penitencia interna— continúe, es decir, hasta nuestra entrada en el reino de los cielos.
5. El Papa no tiene ni la voluntad ni el poder de remitir ninguna pena, excepto aquellas que él ha impuesto por su propia autoridad o por la de los cánones.
6. El Papa no tiene el poder de remitir ninguna culpa, sino sólo de declarar y garantizar que fué remitida por Dios; o cuando mucho, remitir materias reservadas para sí mismo, en cuyo caso, si su poder fuera desestimado, la culpa ciertamente subsistiría.
7. Dios nunca remite la culpa de ningún hombre sin que al mismo tiempo le sujete, del todo sometido, a la autoridad de su representante el sacerdote.
8. Los cánones penitenciales se imponen sólo a los vivos, y de acuerdo a aquéllos, ninguna carga ha de imponérseles a los moribundos.
9. De ahí que el Espíritu Santo actuando en el Papa nos hace el bien con que, en sus decretos, él siempre exceptúe del artículo de muerte y de necesidad.
10. Actúan indebidamente y con desconocimiento los sacerdotes que, en el caso de los moribundos, reservan penitencias canónicas para el purgatorio.
11. La cizaña acerca del cambio de la pena canónica por la de purgatorio sin duda fué sembrada mientras los obispos dormían.
12. Anteriormente las penas canónicas se imponían no después, sino antes de la absolución, como prueba de verdadera contrición.
13. Los moribundos pagan todas las penas al morir, y están ya muertos para las leyes canónicas y liberados de ellas por derecho.
14. La imperfecta solidez o caridad de una persona moribunda necesariamente implica gran temor, y cuanto menor es dicha caridad, mayor es el miedo que se produce.
15. Este temor y horror, para no hablar de otras cosas, son suficientes por sí solos para constituir las penas del purgatorio, puesto que están muy cerca del horror de la desesperación.
16. El infierno, el purgatorio y el cielo parecen diferir entre sí como difieren la desesperación, la cuasi desesperación y la paz mental.
17. Con las almas en el purgatorio parece necesariamente que, así como disminuye el horror, aumenta la caridad.
18. Tampoco parece estar probado por cualquier razonamiento o Escrituras, que están fuera del estado de mérito o del aumento de la caridad.
19. Ni tampoco parece demostrado que estén, al menos todos ellos, seguros y confiados de su propia beatitud, aunque nosotros estemos muy seguros de ello.
20. Por lo tanto el Papa, cuando habla de la plena remisión de todas las penas, no se refiere absolutamente a todas, sino sólo a las impuestas por él.
21. Así, se equivocan aquellos predicadores de indulgencias que dicen que, por las indulgencias del Papa, un hombre queda liberado y absuelto de todo castigo.
22. Porque de hecho el Papa no les remite a las almas en el purgatorio pena alguna que de acuerdo a los cánones hubieran tenido que pagar en esta vida.
23. Si a alguien se le pudiera conceder alguna remisión plena de todas las penas, es indudables que sería sólo a los más perfectos —es decir, a muy pocos.
24. De ahí que la mayor parte de las personas resulta necesariamente engañada por esta indiscriminada y altisonante promesa de liberación de las penas.
25. El mismo poder que el Papa tiene sobre el purgatorio en general es el que cada obispo tiene en su diócesis y cada cura en su propia parroquia en particular.
26. El Papa actúa muy correctamente al conceder la remisión a las almas, no por el poder de las llaves (que no sirve en este caso), sino por la vía del sufragio.
27. Predican locuras los que dicen que el alma vuela fuera de purgatorio tan pronto como tintinea el dinero en el cepillo.
28. Cuando el dinero tintinea en la colecta seguramente aumentan la avaricia y la ganancia, pero el sufragio de la Iglesia depende sólo de la voluntad de Dios.
29. Según la historia que se cuenta de los santos Severino y Pascual ¿desearán todas las almas en el purgatorio ser redimidas de él?
30. Ningún hombre está seguro de la realidad de su propia contrición, y mucho menos del logro de la remisión plena.
31. Tan raro como es un verdadero penitente, es uno que realmente compra indulgencias – es decir, rarísimo.
32. Los que creen que mediante certificados de indulgencia se les asegura su propia salvación, se condenarán eternamente junto con sus maestros.
33. Tenemos que cuidarnos especialmente de aquellos que dicen que estas indulgencias del Papa son ese inestimable don de Dios por el cual el hombre que reconcilia con El.
34. Porque la gracia transmitida por estas indulgencias sólo se refiere a las penas de satisfacción sacramental, que son de decisión humana.
35. No predican ninguna doctrina cristiana los que sostienen que la contrición no es necesaria para aquellos que compran almas en el purgatorio o licencias confesionales.
36. Todo cristiano que se sienta veradera compunción tiene derecho a la remisión plena del dolor y la culpa, aun sin cartas de perdón.
37. Todo verdadero cristiano, ya sea vivo o muerto, tiene participación dada por Dios en todos los beneficios de Cristo y de la Iglesia, aun sin cartas de perdón.
38. Sin embargo, la remisión impartida por el Papa no debe en modo alguno ser despreciada ya que es, como he dicho, una declaración de la remisión divina.
39. Es muy difícil, incluso para los más letrados teólogos, exaltar al mismo tiempo ante los ojos del pueblo el amplio efecto de las indulgencias y la necesidad de una contrición verdadera.
40. La verdadera contrición busca y agradece el castigo, mientras que la variedad de indulgencias lo relaja y hace que la gente lo odie, o da al menos ocasión para ello.
41. Las indulgencias apostólicas deben proclamarse con precaución, para evitar que la gente suponga falsamente que van antes de otras buenas obras de caridad.
42. Los cristianos deben aprender que no está la mente del Papa el que la compra de indulgencias es asimilable en modo alguno a obras de misericordia.
43. Hay que enseñarles a los cristianos que aquél que da a un pobre o presta a un necesitado hace mejor que comprar indulgencias.
44. Porque por una obra de caridad, la caridad y aumenta el hombre se vuelve mejor, mientras que por medio de las indulgencias no se hace mejor, sino sólo más libre de castigo.
45. Los cristianos deben saber que aquél que, viendo a un necesitado, pasa de largo, pero da dinero para indulgencias, no se está comprando las indulgencias del Papa, sino la ira de Dios.
46. Los cristianos deben saber que, a menos que tengan riqueza de sobra, deben mantener lo necesario para el uso de sus propios hogares, y por ningún motivo malgastarla en indulgencias.
47. Los cristianos deben saber que, si bien son libres de comprar indulgencias, no están obligados a ello.
48. Hay que enseñarles a los cristianos que el Papa, al conceder indulgencias, tiene más necesidad y deseo de devotas oraciones por él, que de que se pague más dinero.
49. A los cristianos hay que enseñarles que los indultos del Papa son útiles si ponen su confianza en ellos; y muy perjudiciales si a través de ellos pierden el temor de Dios.
50. Los cristianos deben saber que si el Papa supiera de las exacciones de los predicadores de indulgencias, preferiría que la basílica de San Pedro quedara reducida a cenizas a que sea construida con la piel, carne y huesos de sus ovejas.
51. Los cristianos deben entender que, así como sería el deber, sería el deseo del Papa incluso vender, si fuera necesario, la Basílica de San Pedro y dar de su propio peculio a los muchos de aquellos a quienes los predicadores de indulgencias extraen dinero.
52. Vana es la esperanza de la salvación a través de cartas de perdón, incluso si un comisario —no, el mismo Papa– comprometieran su propia alma en ello.
53. Son enemigos de Cristo y del Papa aquellos que, con el fin de que se prediquen las indulgencias, condenan la palabra de Dios a total silencio en otras iglesias.
54. Se hace daño a la palabra de Dios cuando, en el mismo sermón, se gasta igual o más tiempo en las indulgencias que en el perdón.
55. Nacesariamente la preferencia del Papa es que, si los indulgencias, que constituyen un asunto muy pequeño, se celebran con una sola campana, procesión y ceremonia, el Evangelio, que es un asunto grandioso, se predique con un centenar de campanas, procesiones y ceremonias.
56. Los tesoros de la Iglesia, a partir de los cuales el Papa concede indulgencias, no son suficientemente nombrados ni conocidos entre el pueblo de Cristo.
57. Es claro, al menos, que se trata de tesoros no temporales, puesto que no son tan prodigados como acumulados por muchos de los predicadores.
58. Tampoco son los méritos de Cristo y de los santos porque éstos, independientemente del Papa, siempre confieren gracia para el hombre interior, y la cruz, la muerte y el infierno para el hombre exterior.
59. San Lorenzo dijo que los tesoros de la Iglesia son los pobres de la misma, pero él hablaba según el uso de la palabra en su tiempo.
60. No hablamos precipitadamente al decir que las llaves de la Iglesia, otorgadas por los méritos de Cristo, son dicho tesoro.
61. Porque es evidente que el poder del Papa es suficiente por sí solo para la remisión de las penas y los casos reservados.
62. El verdadero tesoro de la Iglesia es el santo Evangelio de la gloria y la gracia de Dios.
63. Este tesoro, sin embargo, es merecidamente odioso, porque hace que el primero sea el último.
64. Mientras que el tesoro de indulgencias es justamente muy aceptable, porque hace que el último sea el primero.
65. De ahí que los tesoros del evangelio son redes con las que desde antiguo se pescaba a los hombres de riqueza.
66. Los tesoros de las indulgencias son redes con las que hoy se pescan las riquezas de los hombres.
67. Esas indulgencias, de las que los predicadores proclaman en voz alta que son las mayores gracias, se consideran realmente tales en lo que respecta a la promoción de la ganancia.
68. Sin embargo, en realidad no son en ningún grado comparables con la gracia de Dios y la devoción de la cruz.
69. Obispos y curas están obligados a recibir con todos reverencia a los encargados de las indulgencias apostólicas.
70. Pero están aún más obligado a cuidar con toda su mirada y velar con todo su oído que estos hombres no prediquen sus propios sueños en lugar de la comisión del Papa.
71. Sea anatema y maldito el orador que hable en contra de la verdad de las indulgencias apostólicas.
72. Por el contrario, bendito sea aquel que se sustraiga de la irresponsabilidad y licencia de discurso de los predicadores de indulgencias.
73. Así como el Papa con justicia truena contra los que utilizan inventos en perjuicio del tráfico de indulgencias.
74. Mucho mayor es su intención de atronar contra los que, con el pretexto de las indulgencias, usan invenciones en perjuicio de la santa caridad y de la verdad.
75. Pensar que el indulto papal dispone de poder como para absolver a un hombre aun cuando —por una imposibilidad— hubiese violado la Madre de Dios, es una locura.
76. Afirmamos, por el contrario, que el indulto del Papa no puede quitar ni el siquiera el menor de los pecados veniales en cuanto a su culpa.
77. El decir que aunque San Pedro fuera Papa ahora no podía otorgar gracias mayores, es una blasfemia contra San Pedro y contra el Papa.
78. Afirmamos, por el contrario, que tanto él como cualquier otro Papa tiene gracias más grandes que conceder —esto es, el Evangelio, poderes, dones de curación, etc (I Cor. Xii. 9.)
79. Decir que la cruz del escudo de armas papal tiene el mismo poder que la cruz de Cristo, es blasfemia.
80. Los obispos, curas y teólogos que permiten que tales discursos tengan credibilidad entre la población, tendrán que rendir cuentas.
81. Esta licencia en la predicación de indulgencias dificulta, incluso a los entendidos, cuidar el respecto debido al Papa contra las calumnias o, en todo caso, contra el agudo cuestionamiento de los laicos.
82. Como por ejemplo: ¿por qué el Papa no vacía el purgatorio en nombre de la santa caridad y la necesidad suprema de las almas —la más atendible de todas las razones— si redime un número infinito de almas por lo más fatal, el dinero, para gastarlo en la construcción de una basílica —que es un motivo muy insignificante?
83. Es más, ¿por qué siguen las misas fúnebres y de aniversarios de los fallecidos y por qué el Papa no devuelve o permite el retiro de los fondos legados para ese fin, ya que es un error orar por los que ya fueron redimidos?
84. Y más: ¿qué es esta nueva bondad de Dios y del Papa que, por dinero, permiten que un impío y enemigo de Dios redima un alma piadosa que ama a Dios, y sin embargo no redimen esa misma alma piadosa y amada por pura caridad, y por su propia necesidad?
85. Y de nuevo: ¿por qué los cánones penitenciales, derogados desde hace mucho tiempo y muertos en los hecho y no sólo en el uso, todavía son redimidos con dinero, a través de la concesión de indulgencias, como si estuvieran llenos de vida?
86. Y aún más: ¿por qué el Papa, cuyas riquezas son hoy en día más grandes que las de los más ricos de los ricos, no construye la Basílica de San Pedro con su propio dinero, en lugar del de los creyentes pobres?
87. Y suma y sigue: ¿qué remite o imparte el Papa a aquellos que, a través de la contrición perfecta, tienen derecho a la remisión plena y a la participación?
88. Y encima, ¿qué bien mayor recibiría la Iglesia si el Papa, en lugar de una vez, como lo hace ahora, otorgara estas remisiones y participaciones cien veces al día a cualquiera de los fieles?
89. Dado que es la salvación de las almas, y no el dinero, lo que el Papa pide con sus perdones, ¿por qué suspende las cartas e indulgencias concedidas hace mucho tiempo, que son igualmente eficaces?
90. Reprimir estos escrúpulos y argumentos de los laicos por la fuerza solamente y no dando razones, es exponer a la Iglesia y el Papa a las burlas de sus enemigos, y entristecer a los cristianos.
91. Si, entonces, las indulgencias se predicaran de acuerdo con el espíritu y mente del Papa, todas estas cuestiones se resolverían fácilmente. Más bien dicho, no existirían.
92. Fuera, pues, todos aquellos profetas que dicen al pueblo de Cristo "Paz, paz" y no hay paz!
93. Benditos sean todos aquellos profetas que dicen al pueblo de Cristo "La cruz, la cruz," y no hay cruz!
94. Hay que exhortar a los cristianos a que se esfuercen por seguir a Cristo, su Cabeza, mediante dolores, muertes e infiernos.
95. Y confiar así en entrar al cielo a través de muchas tribulaciones, en lugar de en la seguridad de la paz.

Declaración

Yo, Martín Lutero, Doctor, de la orden de monjes en Wittenberg, deseo declarar públicamente que he hecho ciertas proposiciones contra las llamada indulgencias pontificias. Ahora, si bien hasta el momento ni esta tan celebrada y famosa escuela nuestra ni ningún poder civil o eclesiástico me han condenado, hay, según he oído, algunos hombres de espíritu impetuoso y audaz que se atreven a llamarme hereje, como si el asunto hubiera sido minuciosamente considerado y estudiado. Por mi parte, como he hecho muchas veces y también ahora, imploro a todos, por la fe de Cristo, ya sea señalarme un mejor camino, si éste le ha sido divinamente revelado a alguien, o al menos presentar su opinion al juicio de Dios y de la Iglesia, por cuanto no soy ni tan imprudente como para desear que mi opinión sea preferida a la de todos los demás, ni tan insensato como para estar dispuesto a que la palabra de Dios dé lugar a fábulas elaboradas por la razón humana.