Noticia Adventista acerca del mundo
Este mundo ya está tambaleándose, listo para caerse, y qué sucederá
después? Este capítulo es un análisis
penetrante del milenio, ese tiempo no muy lejano cuando el tiempo se parará,
cuando Satanás será atado y habrá un tiempo para rendir cuentas.
Visualice ese tiempo cuando una gran controversia está llegando a su
fin. Tiempo para pensar. Aquí está la verdad acerca del milenio.
La prédica comienza en el minuto 49:25
¿Que sucederá en las ciudades y que dice la Biblia?
Jeremías 4: 7-9
7 Un león ha salido del matorral,
un destructor de naciones se ha puesto en marcha;
ha salido de su lugar de origen
para desolar tu tierra;
tus ciudades quedarán en ruinas
y totalmente despobladas.
8 Por
esto, vístanse de luto,
laméntense y giman,
porque la ardiente ira del Señor
no se ha apartado de nosotros.
9 »En aquel día desfallecerá
el corazón del rey y de los jefes;
los sacerdotes se llenarán de pánico
y los profetas quedarán atónitos»,
afirma el Señor.
Daniel 8:19
Y dijo: He aquí, te voy a dar a conocer lo que sucederá al final de la ira, porque {se} refiere al tiempo señalado del fin
Cuanto ella se ha glorificado, y ha estado en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada reina, y no soy viuda, y no veré llanto. Por lo cual en un día vendrán sus plagas, muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque el Señor Dios es fuerte, que la juzgará. Y llorarán y se lamentarán sobre ella los reyes de la tierra, los cuales han fornicado con ella. . . diciendo: ¡Ay, ay, de aquella gran ciudad de Babilonia, aquella fuerte ciudad; porque en una hora vino su juicio!"Apocalipsis18:5-10.
"Los mercaderes de la tierra" que "se han enriquecido de la
potencia de sus deleites," "se pondrán lejos de ella por temor de su
tormento, llorando y lamentando, y diciendo: ¡Ay, ay, aquella gran ciudad, que
estaba vestida de lino fino, y de escarlata, y de grana, y estaba dorada con
oro, y adornada de piedras preciosas y de perlas! Porque en una hora han sido
desoladas tantas riquezas." Apocalipsis 18:3, 15, 17.
Tales son los juicios que caen sobre Babilonia en el día de la ira de Dios. La
gran ciudad ha llenado la medida de su iniquidad; ha llegado su hora; está
madura para la destrucción.
Cuando la voz de Dios ponga fin al cautiverio de Su pueblo, será terrible el
despertar para los que lo hayan perdido todo en la gran lucha de la vida.
Mientras duraba el tiempo de gracia, los cegaban los engaños de Satanás y
disculpaban su vida de pecado. Los ricos se enorgullecían de su superioridad
con respecto a los menos favorecidos; pero habían logrado sus riquezas violando
la ley de Dios. Habían dejado de dar de comer a los hambrientos, de vestir a
los desnudos, de obrar con justicia, y de amar la misericordia. Habían tratado
de enaltecerse y de obtener el homenaje de sus semejantes. Ahora están
despojados de cuanto los hacía grandes, y quedan desprovistos de todo y sin
defensa. Ven con terror la destrucción de los ídolos que prefirieron a su
Creador. Vendieron sus almas por las riquezas y los placeres terrenales, y no
procuraron hacerse ricos en Dios. El resultado es que sus vidas terminan en
fracaso; sus placeres se cambian ahora en amargura y sus tesoros en corrupción.
La ganancia de una vida entera les es arrebatada en un momento. Los ricos
lamentan la destrucción de sus soberbias casas, la dispersión de su oro y de su
plata. Pero sus lamentos son sofocados por el temor de que ellos mismos van a
perecer con sus ídolos.
Los impíos están llenos de pesar, no por su indiferencia pecaminosa para con
Dios y sus semejantes, sino porque Dios haya vencido. Lamentan el resultado
obtenido; pero no se arrepienten de su maldad. Si pudiesen hacerlo, no dejarían
de probar cualquier medio para vencer.
El mundo ve a aquellos mismos de quienes se burló y a quienes deseó exterminar,
pasar sanos y salvos por entre pestilencias, tempestades y terremotos. El que
es un fuego consumidor para los transgresores de Su ley, es un seguro pabellón
para Su pueblo.
El ministro que sacrificó la verdad para ganar el favor de los hombres,
discierne ahora el carácter e influencia de sus enseñanzas. Es aparente que un
ojo omnisciente le seguía cuando estaba en el púlpito, cuando andaba por las
calles, cuando se mezclaba con los hombres en las diferentes escenas de la
vida. Cada emoción del alma, cada línea escrita, cada palabra pronunciada, cada
acción encaminada a hacer descansar a los hombres en una falsa seguridad, fue
una siembra; y ahora, en las almas miserables y perdidas que le rodean, él
contempla la cosecha.
El Señor dice: "Curan la llaga de Mi pueblo livianamente diciendo: ¡Paz!
¡paz! cuando no hay paz." "Habéis entristecido el corazón del justo
con vuestras mentiras, a quien yo no he entristecido, y habéis robustecido las
manos del inicuo, para que no se vuelva de su mal camino, a fin de que tenga
vida." Jeremías 8:11; Ezequiel 13:22.
"¡Ay de los pastores que pierden y que dispersan las ovejas de Mi dehesa! .
. . He aquí que Yo os castigaré por la maldad de vuestros hechos."
"¡Aullad, oh pastores, y clamad; y revolcaos en ceniza, oh mayorales del
rebaño! porque cumplidos son los días determinados para vuestro degüello; y os
dispersaré,. . . y los pastores no tendrán adonde huir, ni los mayorales del
rebaño adonde escapar." Jeremías 23:1, 2; 25:34, 35.
Los ministros y el pueblo ven que no sostuvieron la debida relación con Dios.
Ven que se rebelaron contra el Autor de toda ley justa y recta. El
rechazamiento de los preceptos divinos dio origen a miles de fuentes de mal,
discordia, odio e iniquidad, hasta que la tierra se convirtió en un vasto campo
de luchas, en un abismo de corrupción. Tal es el cuadro que se presenta ahora
ante la vista de los que rechazaron la verdad y prefirieron el error. Ningún
lenguaje puede expresar la vehemencia con que los desobedientes y desleales
desean lo que perdieron para siempre: la vida eterna. Los hombres a quienes el
mundo idolatró por sus talentos y elocuencia, ven ahora las cosas en su luz
verdadera. Se dan cuenta de lo que perdieron por la transgresión, y caen a los
pies de aquellos a quienes despreciaron y ridiculizaron a causa de su
fidelidad, y confiesan que Dios los amaba.
Los hombres ven que fueron engañados. Se acusan unos a otros de haberse
arrastrado mutuamente a la destrucción; pero todos concuerdan para abrumar a
los ministros con la más amarga condenación. Los pastores infieles profetizaron
cosas lisonjeras; indujeron a sus oyentes a menospreciar la ley de Dios y a
perseguir a los que querían santificarla. Ahora, en su desesperación, estos
maestros confiesan ante el mundo su obra de engaño. Las multitudes se llenan de
furor. "¡Estamos perdidos!—exclaman—y vosotros sois causa de nuestra
perdición;" y se vuelven contra los falsos pastores. Precisamente aquellos
que más los admiraban en otros tiempos pronunciarán contra ellos las más
terribles maldiciones. Las manos mismas que los coronaron con laureles se
levantarán para aniquilarlos. Las espadas que debían servir para destruir al
pueblo de Dios se emplean ahora para matar a sus enemigos. Por todas partes hay
luchas y derramamiento de sangre.
"Alcanzará el estrépito hasta los fines de la tierra: porque Jehová tiene
una contienda con las naciones: entra en juicio con toda carne: y en cuanto a
los inicuos, los entregará a la espada." (Jeremías 25:31.) El gran
conflicto siguió su curso durante seis mil años; el Hijo de Dios y Sus
mensajeros celestiales lucharon contra el poder del maligno, para iluminar y
salvar a los hijos de los hombres. Ahora todos han tomado su resolución; los
impíos se han unido enteramente a Satanás en su guerra contra Dios. Ha llegado
el momento en que Dios ha de vindicar la autoridad de Su ley pisoteada. Ahora
el conflicto no se desarrolla tan solo contra Satanás, sino también contra los
hombres. "Jehová tiene una contienda con las naciones;" "y en
cuanto a los inicuos los entregará a la espada."
La marca de la redención ha sido puesta sobre los "que gimen y se
angustian a causa de todas las abominaciones que se hacen." Ahora sale el
ángel de la muerte representado en la visión de Ezequiel por los hombres
armados con instrumentos de destrucción, y a quienes se les manda: "¡Al
anciano, al joven, y a la doncella, y a los niños, y a las mujeres, matadlos,
hasta exterminarlos! mas no os lleguéis a ninguno en quien esté la marca: ¡y
comenzad desde Mi santuario!" Dice el profeta: "Comenzaron pues por
los ancianos que estaban delante de la Casa." (Ezequiel 9:1-6.) La obra de
destrucción empieza entre los que profesaron ser guardianes espirituales del
pueblo. Los falsos centinelas caen los primeros. De nadie se tendrá piedad y
ninguno escapará. Hombres, mujeres, doncellas, y niños perecerán juntos.
"Jehová sale de Su lugar para castigar a los habitantes de la tierra por
su iniquidad; la tierra también descubrirá sus homicidios, y no encubrirá más
sus muertos." (Isaías 26:21.) "Y ésta será la plaga con que herirá
Jehová a todos los pueblos que hayan peleado contra Jerusalén: Se les
consumirán las carnes estando sobre sus pies, y los ojos se les consumirán en
sus cuencas, y se les consumirá la lengua en su boca. Y sucederá en aquel día
que habrá entre ellos una grande consternación procedente de Jehová, y trabará
cada cual la mano de su prójimo; y la mano de éste se levantará contra la mano
de su compañero." (Zacarías 14:12, 13.) En la loca lucha de sus propias
desenfrenadas pasiones y debido al terrible derramamiento de la ira de Dios sin
mezcla de piedad, caen los impíos habitantes de la tierra: sacerdotes, gobernantes
y el pueblo en general, rico y pobre, grande y pequeños. "Y los muertos
por Jehová en aquel día estarán tendidos de cabo a cabo de la tierra; no serán
llorados, ni recogidos, ni enterrados." (Jeremías 25:33.)
A la venida de Cristo los impíos serán borrados de la superficie de la tierra,
consumidos por el espíritu de Su boca y destruidos por el resplandor de Su
gloria. Cristo lleva a Su pueblo a la ciudad de Dios, y la tierra queda privada
de sus habitantes. "He aquí que Jehová vaciará la tierra, y la dejará
desierta, y cual vaso, la volverá boca abajo, y dispersará sus
habitantes." "La tierra será enteramente vaciada y completamente
saqueada; porque Jehová ha hablado esta palabra." "Porque traspasaron
la ley, cambiaron el estatuto, y quebrantaron el pacto eterno. Por tanto la
maldición ha devorado la tierra, y los que habitan en ella son culpables: por
tanto son abrasados los habitantes de la tierra." Isaías 24:1, 3, 5, 6.
Toda la tierra tiene el aspecto desolado de un desierto. Las ruinas de las
ciudades y aldeas destruidas por el terremoto, los árboles desarraigados, las
rocas escabrosas arrojadas por el mar o arrancadas de la misma tierra, están
esparcidas por la superficie de ésta, al paso que grandes cuevas señalan el
sitio donde las montañas fueron rasgadas desde sus cimientos.
Ahora se realiza el acontecimiento predicho por el último solemne servicio del
día de las expiaciones. Una vez terminado el servicio que se cumplía en el
lugar santísimo, y cuando los pecados de Israel habían sido quitados del
santuario por virtud de la sangre del sacrificio por el pecado, entonces el
macho cabrío emisario era ofrecido vivo ante el Señor; y en presencia de la
congregación el sumo sacerdote confesaba sobre él "todas las iniquidades
de los hijos de Israel, y todas sus transgresiones, a causa de todos sus
pecados, cargándolos así sobre la cabeza del macho cabrío." Levítico
16:21. Asimismo, cuando el servicio de propiciación haya terminado en el
santuario celestial, entonces, en presencia de Dios y de los santos ángeles y
de la hueste de los redimidos, los pecados del pueblo de Dios serán puestos
sobre Satanás; se le declarará culpable de todo el mal que les ha hecho
cometer. Y así como el macho cabrío emisario era despachado a un lugar
desierto, así también Satanás será desterrado en la tierra desolada, sin
habitantes y convertida en un desierto horroroso.
El autor del Apocalipsis predice el destierro de Satanás y el estado caótico y
de desolación a que será reducida la tierra; y declara que este estado de cosas
subsistirá por mil años. Después de descritas las escenas de la segunda venida
del Señor y la destrucción de los impíos, la profecía prosigue: "Y vi un
ángel descender del cielo, que tenía la llave del abismo, y una grande cadena
en su mano. Y prendió al dragón, aquella serpiente antigua, que es el Diablo y
Satanás, y le ató por mil años; y arrojólo al abismo, y le encerró, y selló
sobre él, porque no engañe más a las naciones, hasta que mil años sean
cumplidos: y después de esto es necesario que sea desatado un poco de
tiempo." Apocalipsis 20:1-3.
Según se desprende de otros pasajes bíblicos, es de toda evidencia que la
expresión "abismo" se refiere a la tierra en estado de confusión y
tinieblas. Respecto a la condición de la tierra "en el principio," la
narración bíblica dice que "estaba desordenada y vacía; y las tinieblas
estaban sobre la haz del abismo." Génesis 1:2. Las profecías enseñan que
será reducida, en parte por lo menos, a ese estado. Contemplando a través de
los siglos el gran día de Dios, el profeta Jeremías dice: "Miro hacia la
tierra, y he aquí que está desolada y vacía; también hacia los cielos miro, mas
no hay luz en ellos. Miro las montañas, y he aquí que están temblando, y todas
las colinas se conmueven. Miro, y he aquí que no parece hombre alguno, y todas
las aves del cielo se han fugado. Miro, y he aquí el campo fructífero
convertido en un desierto, y todas sus ciudades derribadas." Jeremías
4:23-26.
Aquí es donde, con sus malos ángeles, Satanás hará su morada durante mil años.
Limitado a la tierra, no podrá ir a otros mundos para tentar e incomodar a los
que nunca cayeron. En este sentido es cómo está atado: no queda nadie en quien
pueda ejercer su poder. Le es del todo imposible seguir en la obra de engaño y
ruina que por tantos siglos fue su único deleite.
El profeta Isaías, mirando hacia lo por venir, ve en lontananza el tiempo en
que Satanás será derrocado, y exclama: "¡Cómo caíste de los cielos, oh
Lucero, hijo de la aurora! ¡has sido derribado por tierra, tú que abatiste las
naciones! . . . Tú eres aquel que dijiste en tu corazón: ¡Al cielo subiré;
sobre las estrellas de Dios ensalzaré mi trono!" "¡Seré semejante al
Altísimo! ¡Pero ciertamente al infierno serás abatido, a los lados del hoyo!
Los que te vieren clavarán en ti la vista, y de ti se cerciorarán, diciendo:
¿Es éste el varón que hizo temblar la tierra, que sacudió los reinos; que
convirtió el mundo en un desierto, y destruyó sus ciudades; y a sus prisioneros
nunca los soltaba, para que volviesen a casa?" Isaías 14:12-17.
Durante seis mil años, la obra de rebelión de Satanás "hizo temblar la
tierra." El "convirtió el mundo en un desierto, y destruyó sus
ciudades; y a sus prisioneros nunca los soltaba, para que volviesen a
casa." Durante seis mil años, su prisión la tumba ha recibido al
pueblo de Dios, y lo habría tenido cautivo para siempre, si Cristo no hubiese
roto sus cadenas y libertado a los que tenía presos.
Hasta los malos se encuentran ahora fuera del poder de Satanás; y queda solo
con sus perversos ángeles para darse cuenta de los efectos de la maldición
originada por el pecado. "Los reyes de las naciones, sí, todos ellos yacen
con gloria cada cual en su propia casa el sepulcro; ¡mas tú, arrojado
estás fuera de tu sepulcro, como un retoño despreciado! . . . No serás unido
con ellos en sepultura; porque has destruido tu tierra, has hecho perecer a tu
pueblo." (Vers. 18-20.)
Durante mil años, Satanás andará errante de un lado para otro en la tierra
desolada, considerando los resultados de su rebelión contra la ley de Dios.
Todo este tiempo, padece intensamente. Desde su caída, su vida de actividad
continua sofocó en él la reflexión; pero ahora, despojado de su poder, no puede
menos que contemplar el papel que desempeñó desde que se rebeló por primera vez
contra el gobierno del cielo, mientras que, tembloroso y aterrorizado, espera
el terrible porvenir en que habrá de expiar todo el mal que ha hecho y ser
castigado por los pecados que ha hecho cometer.
Para el pueblo de Dios, el cautiverio en que se verá Satanás será motivo de
contento y alegría. El profeta dice: "Y acontecerá en el día que te haga
descansar Jehová de tus penas y de tu aflicción, y de la dura servidumbre con
que te han hecho servir, que entonarás este cántico triunfal respecto del rey de
Babilonia que aquí representa a Satanás, y dirás: ¡Cómo ha cesado de sus
vejaciones el opresor! . . . Jehová ha hecho pedazos la vara de los inicuos, el
cetro de los que tenían el dominio; el cual hería los pueblos en saña, con
golpe incesante, y hollaba las naciones en ira, con persecución
desenfrenada." (Vers. 3-6.)
Durante los mil años que transcurrirán entre la primera resurrección y la
segunda, se verificará el juicio de los impíos. El apóstol Pablo señala este
juicio como un acontecimiento que sigue al segundo advenimiento. "No
juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor; el cual sacará a luz
las obras encubiertas de las tinieblas, y pondrá de manifiesto los propósitos
de los corazones." 1 Corintios 4:5. Daniel declara que cuando vino el
Anciano de días, "se dio el juicio a los santos del Altísimo." Daniel
7:22. En ese entonces reinarán los justos como reyes y sacerdotes de Dios. Juan
dice en el Apocalipsis: "Vi tronos, y se sentaron sobre ellos, y les fue
dado juicio." "Serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con
El mil años." Apocalipsis 20:4, 6. Entonces será cuando, como está
predicho por Pablo "los santos han de juzgar al mundo." 1 Corintios
6:2. Junto con Cristo juzgan a los impíos, comparando sus actos con el libro de
la ley, la Biblia, y fallando cada caso en conformidad con los actos que
cometieron por medio de su cuerpo. Entonces lo que los malos tienen que sufrir
es medido según sus obras, y queda anotado frente a sus nombres en el libro de
la muerte.
También Satanás y los ángeles malos son juzgados por Cristo y Su pueblo. Pablo
dice: "¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles?" (Vers. 3.) Y
Judas declara que "a los ángeles que no guardaron su original estado, sino
que dejaron su propia habitación, los ha guardado en prisiones eternas, bajo
tinieblas, hasta el juicio del gran día." Judas: 6.
Al fin de los mil años vendrá la segunda resurrección. Entonces los
impíos serán resucitados, y comparecerán ante Dios para la ejecución del
"juicio decretado." Así el escritor del Apocalipsis, después de haber
descrito la resurrección de los justos, dice: "Los otros muertos no
tornaron a vivir hasta que sean cumplidos mil años." Apocalipsis 20:5. E
Isaías declara, con respecto a los impíos: "Serán juntados como se juntan los
presos en el calabozo, y estarán encerrados en la cárcel; y después de muchos
días serán sacados al suplicio." Isaías 24:22
Y cuando oigáis de guerras y disturbios, no os
aterroricéis; porque estas cosas tienen que suceder primero, pero el fin no
{sucederá} inmediatamente. (Lucas 21:9)
Hechos 3: 19-20
19 Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean
borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de
refrigerio,
20 y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;